Nerviosismo en los mercados
Los nervios se apoderaron ayer de los inversores y las Bolsas sufrieron abultadas pérdidas en todo el mundo. El Ibex cayó un 3,37% y abandonó los 14.000 puntos, el mayor descenso desde agosto del año pasado, cuando explotó la crisis de las hipotecas basura de EE UU. El resto de las plazas europeas registraron caídas algo menores, entre el 2% y el 3%.
A unos malos datos de las ventas al por menor en EE UU y a una rebaja mayor de la esperada del índice de confianza en Alemania se sumaron los datos sobre la crisis de Citigroup. El primer banco americano perdió 9.830 millones de dólares (6.623 millones de euros) en el cuarto trimestre, por encima de lo esperado, y anunció unas amortizaciones de 18.100 millones de dólares para sortear los efectos de la subprime, superando los 14.100 millones de dólares de UBS. Para cubrir los números rojos, Vikram Pandit, presidente del Citi, anunció un recorte del dividendo del 41% -4.400 millones de dólares-, a lo que sumará otros 14.500 millones de dólares de capital que aportarán distintos fondos, especialmente soberanos de Singapur o Kuwait. El banco acumula una inyección de 22.000 millones en dos meses.
Ciertamente, los datos de la jornada no son esperanzadores. Y en un contexto de gran incertidumbre explican este martes negro. Sin embargo, es un episodio más en la batalla de nervios que se viene produciendo desde verano y que, previsiblemente, continuará algún tiempo. Al menos, mientras no se conozca la repercusión real de las hipotecas basura sobre todo el sector financiero. En los próximos días, otros bancos, entre ellos Merrill Lynch, harán públicas sus cuentas y se esperan muy negativas. La otra incertidumbre deriva de la evolución de la economía estadounidense y los temores de que acabe en recesión si otras actividades, distintas de la financiera y la inmobiliaria, se ven afectadas por la caída del consumo.
En esta situación, el mercado no discrimina y los números rojos tiñen todos los índices. Sin embargo, no es comparable la situación de la banca estadounidense con la europea, en general, y menos con la española en particular. Las entidades financieras nacionales se han mantenido al margen de los créditos basura y no han adquirido titulizaciones afectadas por las subprime. En ello ha tenido mucho que ver la rigidez y el control del Banco de España. Pero que los fundamentales de la banca en España sean más solventes que los de sus colegas estadounidenses -y europeos- no ha bastado para que los inversores discriminen, y la banca sufrió ayer por igual en todos los mercados. En el parqué madrileño, cayeron todos los valores financieros, y con mayor virulencia los medianos.
La prudencia y la calma son la respuesta que corresponde a esta situación. Hay que dejar actuar al tiempo para conocer qué entidades y en qué medida han sido afectadas e, igualmente, si la crisis trae de la mano una recesión en EE UU. Pero también hay que esperar que todos los agentes económicos, incluidos los Gobiernos y los bancos centrales, contribuyan a devolver la calma. La Bolsa, por lo demás, seguirá rigiéndose por las mismas leyes -a veces caprichosas- de siempre.