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Tribuna
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La energía solar, una solución para España

Hace unas semanas, los Gobiernos de las distintas naciones se reunieron en la isla de Bali para discutir sobre el cambio climático. Ahora, la vida prosigue en un mundo amenazado por las crecientes emisiones de dióxido de carbono y la disminución de los yacimientos de petróleo. Si los Gobiernos pretenden mantener sus países en funcionamiento sin degradar el medio ambiente, el reto actual es satisfacer las demandas actuales de energía sin comprometer la capacidad de las generaciones posteriores de cubrir sus necesidades.

Los científicos expertos en el cambio climático nos advierten que para lograr esto, y teniendo en cuenta la magnitud del peligro que supone el calentamiento global, debemos planificar un progresivo pero drástico proceso de eliminación del uso de combustibles fósiles.

La lucha global por reducir al mínimo las emisiones de gases de efecto invernadero en las décadas que se avecinan implica multitud de iniciativas en diversos frentes. En España, el reciente anuncio del Gobierno, condicionado eso sí a una victoria electoral, de una serie de subvenciones para lograr una mejor eficiencia energética de las viviendas, además de promover la instalación de paneles de energía solar, es una de ellas. Igualmente lo son el Real Decreto 661/2007 que regula la actividad de producción de energía solar o el reciente Código Técnico de la Edificación (CTE), que impulsa la instalación de sistemas de captación de energía solar para su conversión en energía térmica o fotovoltaica. La energía solar, sin ser la panacea definitiva, es una herramienta clave dentro de la amplia gama de soluciones de energía alternativa. España ha sabido darse cuenta y es un país pionero en este campo.

Por su parte, las empresas, grandes o pequeñas, también lo tienen claro: el cambio climático es una realidad y el crecimiento económico depende de cómo se maneje este asunto. Además, el coste de no hacer nada es muy superior al de iniciar una serie de actividades encaminadas a corregir la situación actual. El mensaje es mucho más que una definición del problema, se trata también de oportunidades nacionales. Si la humanidad reacciona como se espera, se crearán nuevos mercados, valorados en millones de euros, para los productos y tecnologías basados en el bajo consumo de combustibles fósiles.

Sin embargo, la empresas necesitan la certeza de un marco regulatorio, negociado y ratificado por los Gobiernos mundiales más allá del periodo comprendido por el Tratado de Kioto (2008-2012) para que puedan invertir en nuevas tecnologías con la seguridad de que dichas inversiones supondrán un beneficio. Las personas que, como yo, nos encontramos en primera línea luchando a favor de las energías renovables, tenemos la absoluta convicción de que en algún momento, en el futuro, las economías nacionales podrán estar basadas en este tipo de energías, si bien antes debemos de unir estrechamente la amplia gama de energías renovables con el ahorro y la eficiencia energética. Los inversores hacen cola para invertir en empresas de energías renovables y el dato es significativo: más de 100.000 millones de euros se invertirán este año en energías renovables dentro de los billones destinados a las energías convencionales.

La energía solar fotovoltaica es una de las maneras más fáciles de llegar al objetivo final de hacer de viviendas y edificios construcciones no dependientes de fuentes de energías derivadas del carbón o el petróleo, siempre y cuando se hayan aplicado las tecnologías más avanzadas para conseguir una efectiva eficiencia energética. Esto es un verdadero reto en un país como España, en donde el 40% de las emisiones de dióxido de carbono proviene de la calefacción doméstica. Instalar sistemas de energía solar fotovoltaica es extremadamente sencillo y necesitan un mantenimiento mínimo, siendo una solución adaptable a casi cualquier tipo de edificio o construcción.

Gracias a las favorables condiciones en torno a la generación y venta de energía eléctrica de origen fotovoltaico que otorga el Real Decreto 661/2007, que valora el kilovatio para su venta a las compañías eléctricas en 40 céntimos de euro, las ventajas económicas de generar energía limpia en España supone un claro atractivo para los inversores. La fotovoltaica es la opción más económica de generar energía eléctrica en relación con el coste de emisión de CO2.

Otra forma de aprovechar el sol es mediante la generación de energía solar térmica para producir agua caliente. El CTE español requiere que casi un 70% del agua caliente doméstica de las nuevas edificaciones provenga de la energía solar térmica, lo que supone sentar un precedente y un ejemplo para otros países de su entorno.

Estas iniciativas sobre la energía solar térmica y fotovoltaica convertirán los tejados de las edificaciones españolas en auténticas armas contra el calentamiento global.

Jeremy Leggett. Fundador y presidente de Solarcentury

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