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El 'efecto 2000' vuelve en 2007

Nuño Rodrigo

Está muy bien que el euríbor a dos semanas haya registrado la mayor caída de su historia merced al riego por inundación practicado por el Banco Central Europeo. Aunque, como de costumbre en tiempos revueltos la botella se ve medio vacía, por no decir vacía del todo, con el autodestructivo argumento de que muy mal estaban las cosas y que la mejora no es suficiente para salir del pozo. Argumento cierto pero con una carga de pesimismo que lo hace más propio de algún equipo de fútbol de que un economista, además de retórico e inane pues ni explica nada ni tiene utilidad alguna.

Se puede consensuar la idea de que el Banco Central Europeo ha comprado tiempo. Lo ha comprado caro, pues ha tenido que desembolsar la friolera de 350.000 millones de euros, y no es que haya comprado mucho tiempo precisamente. Apenas un par de semanas, plazo en el que el euríbor ha marcado las bajadas más pronunciadas, pero el suficiente para cambiar de año. Los bancos quieren cerrar sus cuentas de 2007 en las mejores condiciones posibles, y quieren atesorar la mayor cantidad de dinero que puedan para, si deben aflorar nuevas minusvalías, no tener problemas de solvencia. S&P dijo ayer que la banca ha reconocido el 25% de las pérdidas por las subprime, es decir, queda mucho por ver.

No es la primera vez que el mercado se obsesiona con un cierre de año. En 1999 se pensaba que el 1 de enero de 2000 los ordenadores de todo el planeta se colapsarían con el cambio de fecha. No pasó nada parecido y el milenarista temor al efecto 2000 será una divertida nota a pie de página. Pero la liquidez aportada por el banco central de Estados Unidos a un sector financiero que ante los temores a una crisis informática se dedicó, también, a amasar dinero. Esta liquidez infló hasta niveles inverosímiles un Nasdaq ya inflado desde hacía varios años. Inundar el mercado no le cuesta dinero al BCE, pero eso no significa que sea gratis.

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