'El modelo de Inditex me sirve de estímulo para crecer'
Asegura que cada vez se siente molesta por menos cosas. Fundó el imperio Inditex junto a su ex marido, Amancio Ortega, y hoy es la tercera mujer más rica de España. Desde hace dos décadas está volcada en los temas sociales, sobre todo en la generación de empleo para los más desfavorecidos. Es su manera de crear riqueza para otros.
Viernes, 14 de diciembre. Una del mediodía. En la Plaza María Pita de La Coruña, donde está ubicada la sede de la Fundación Paideia, el termómetro marca un grado. Dentro, hace calor, el sol entra a raudales en el despacho de Rosalía Mera, nacida en La Coruña hace 63 años. Lo primero que advierte es que no le gusta nada aparecer en los medios de comunicación por su fortuna personal, algo a lo que ya se ha acostumbrado y que sólo hace para promover las actividades que desarrolla su fundación. Si por algo se caracteriza esta mujer, de trato sencillo y alejado de toda pomposidad y vestida de Zara, es por su cercanía. Eso sorprende, sobre todo si se tienen en cuenta los datos que la acompañan desde hace años. Se trata de la tercera mujer más rica de España -tras Alicia y Esther Koplowitz- , con una fortuna estimada, según el ranking de Forbes, de 3.400 millones de dólares, que la colocan en el puesto 264 de la clasificación mundial. También se encuentra entre las 100 mujeres más influyentes del mundo. Así fueron las dos horas que CincoDías pasó con ella.
Dice que no le preocupa el dinero.
Me preocupa el tema de la riqueza, pero no tanto cómo está distribuida, sino por las grandes diferencias entre los que tienen y los que no tienen.
¿Qué siente al aparecer en los rankings de las personas con mayor fortuna del mundo?
Yo me siento cada vez menos molesta por menos cosas, pero también es una pérdida de tiempo y de energía. Hay que ser críticos y cuestionar, porque en los medios siempre se repite lo mismo y tienen cada vez más importancia porque la realidad es más mediática que real. Es una pena no usar los medios para cosas que tienen un poco más de trascendencia y un poquito más de sustancia, y que se comuniquen de forma continúa temas banales o muy vacíos.
Desde su posición, con su nombre y con todo lo que usted representa, puede poner un granito de arena para mejorar las cosas.
Eso se puede hacer de dos maneras, desde el decir y desde la imagen, pero también desde el hacer, que es lo real. Tendríamos que vincularlo con el hacer, con el porqué de las cosas y qué se pretende con ello. Me gusta pensar y utilizar la palabra.
¿Por qué decidió crear la Fundación Paideia?
Hay pomentos puntuuales en los que se toman decisones maduras, o aparentemente maduras, que cambian el rumbo de las personas. En mi trayectoria vital, a los 40 años, hubo un cambio de este tipo. Y esto originó un proyecto como éste, que tenía como objetivo hacer una reflexión sobre el trabajo y sobre las prácticas en los servicios sociales, algo que ahora está muy en auge.
En Europa se están planteando fondos y proyectos que contemplen lo social, algo que parece muy claro, pero no lo debe estar tanto. ¿Qué es lo social? Desde lo periférico, lo marginal desde los estándares educativos o de salud, de igualdad de oportunidades, de los derechos que quedan excluidos. Es un tema de preocupación para nosotros en la Fundación, donde estábamos en actividades diversas y que tenían que ver con las personas que están en dificultades, bien por temas de salud o de pobreza. Ese fue el arranque y vamos a hacer, además de reflexionar y debatir sobre estos temas.
¿Sobre los que están en dificultades?
Queríamos hacer análisis, fijándonos en esos grupos que están en dificultad. Hoy, 21 años más tarde, la Fundación es un proyecto rico e interesante, creo que no nos hemos separado apenas de los planes iniciales. Eso también es difícil. Hemos seguido trabajando desde los márgenes, desde los que apenas tienen nada, desde una ayuda a la salud regular o de una educación deficitaria, al margen de los que parecen estar dotados por situación de nacimiento o de origen, de buena salud, por carrera o posición.
Y ahí se engancha el proyecto Mans, un centro que favorece la natalidad de empresas lideradas por emprendedores. Cuenta con un estudio de grabación musical de alta calidad, que pretende competir con estudios de grabación de ciudades como Bratislava, Praga y Londres. O el proyecto Trébore, con el que pretendemos incorporar a personas con discapacidad al mundo laboral. También está en marcha el proyecto Deloa, dirigido a la promoción de paquetes de turismo rural y de empleos para colectivos con problemas de discriminación, priorizando a la mujer rural. Son proyectos con los que pretendemos contribuir al desarrollo local y la generación de empleo. De lo que se trata, en definitiva es de tener autonomía económica, que es lo que nos hace un poco más libres.
¿El empleo nos hace más libres?
Yo creo que sí. Cogimos el eje del empleo como una forma de poder acceder a un derecho fundamental, cuando uno es adulto, de tener una oportunidad de encontrar un trabajo, y de participar activamente en la sociedad. Eso es desarrollo económico desde el lado más pragmático, ayudar a la gente que está fuera del mercado, que es el que manda, aunque también habría que definir qué es el mercado. Había tres cuestiones fundamentales que para nosotros se resolvían.
¿Cuáles son?
Construir una identidad, asumir la responsabilidad de tener un empleo, desarrollando las competencias, y ser responsable en el desempeño de esa tarea. Por tanto, la cuestión de la autonomía y de libertad también se resolvía. Esta semana ha estado en la Fundación el doctor José Abreu, que tiene una experiencia fantástica en Venezuela, trabajando y dignificando a través de la música a ciudadanos, reconocidos entre su grupo, que están trabajando en la Filarmónica de Alemania.
Se puede cambiar lo que hay. Por la vía de la música, de la educación, se puede construir una identidad, y eso forma sujetos libres para la democracia, dialogantes, a través de la cultura. Nosotros lo planteamos a través del desarrollo económico. La educación nos hace libres. Con proyectos de este tipo, que son políticos al fin y al cabo, pero que a veces hay que sacarlos fuera de la dimensión administrativa porque, a veces, el Estado no permite hacer proyectos de estas características, tan innovadores y rompedores.
¿La gestión de una organización como la Fundación Paideia hace que se tengan en cuenta una serie de valores y una sensibilización especial que no se tiene cuando se gestiona una organización dedicada a obtener sólo beneficios económicos?
Todos tenemos las mismas sensibilidades. El tema es que uno tenga sensibilidad para saber lo que está bien o mal, lo que te gustaría cambiar. Esto es como el arte, que nace gente genial o el genio se hace por la vía del trabajo. Hay que tener capacidad y deseo de ver y de mirar las cosas de manera distinta. También las vivencias personales de cada uno nos hace que seleccionemos qué queremos ver y qué no queremos mirar. Es una cuestión de compromiso social. Estamos en el mundo y tenemos que participar de lo que ocurre. La sociedad es una rueda en la que cada uno vamos aportando cosas, unas que convienen y otras que no, pero ahí también se apela a la responsabilidad de qué elijo y qué rechazo. Hay que convocar a los sujetos a que asuman las responsabilidades que les corresponden. El compromiso con algo, con el bien general, que se supone que sigue estando de moda.
La responsabilidad social corporativa es un tema muy recurrente en el mundo empresarial.
La Fundación Paideia tiene 21 años, lo que quiere decir que no estamos sujetos a los avatares de la moda, pero bienvenida sea esta moda. Quiero pensar que es una moda y que se ha ido transformando el marketing social, porque hay que añadir a los productos que uno hace porque se supone que hará que se vendan mejor, y que los clientes nos miren con más simpatía. Creo que es verdad que se está asumiendo el compromiso real y serio. Estamos en el fondo de una situación muy loca y esquizofrénica, ya no se sabe cuáles son los valores importantes. Hay que retomar ese tema, no sólo porque nos ayude a maquillar un poco nuestras organizaciones, sino porque hay un beneficio moral de hacer las cosas bien. El doctor Abreu habla de salario moral, y está relacionado con la necesidad de sentirnos bien. La humanidad es sabia y hay que volver a retomar los valores, volver a estar llenos de contenidos.
¿Por qué valores se rige?
Algún modelo he debido tener y tiene que ver con el proceso de construcción y de creación. Es como acompañar a un niño que se va construyendo. Lo importante es la construcción, pero también experimentar cierta insatisfacción. Ahora se tienen cubiertas todas las satisfacciones en el momento. Es como la fotografía que antes ibas a revelarlas, y ahora con las cámaras digitales se ve todo al instante. Son valores de vitalidad, de creación, de reto y de volver a empezar. Es importante que haya igualdad de oportunidades, de derechos, defender la justicia social, eliminar barreras. Son principios de sentido común y de lógica.
¿Qué aprecia una mujer que lo tiene todo?
La vida, con todo lo que nos ofrece y lo que no nos ofrece. Lo importante es vivir de forma coherente y creer en lo que se hace. Si tuviera que hacer cuentas ahora que se acaba el año, el balance es positivo, aunque seguro que también hay carencias. En la vida se pueden hacer cosas importantes. Hay que convocar a la juventud y a los niños, que viven en situación de satisfacción permanente. Estamos haciendo un mal trabajo. Hablamos de riqueza material, pero tenemos mucha pobreza espiritual. Hay una insatisfacción tremenda por tener, cuando eso es algo que se agota enseguida. No leemos, no comprendemos. Paideia proviene del griego y significa energía, palabra, armonía y ritmo. æpermil;stos conceptos están rotos. La palabra ya no sirve para comprometerse. Ahora los jóvenes lo primero que preguntan es cuánto van a cobrar. Mi generación pagaba por trabajar. Estamos haciendo una inversión catastrófica, y eso que yo no soy catastrofista porque creo que la humanidad es muy sabia. Estamos en un momento crítico, el medio ambiente nos está avisando. España vive del turismo, y ¿qué va a ocurrir cuando en la Costa del Sol no haya sol? Hay que inventar otras reglas del juego para sobrevivir.
¿Qué medidas se deberían adoptar para que los consejos de administración y de dirección se abrieran a las mujeres?
Es complicado. Hay un componente cultural que hace que las mujeres no estemos en los puestos que nos corresponden. Nos resulta muy difícil hacer frente a los imperativos que tenemos, como es la maternidad. Las mujeres queremos ser buenas madres, atender nuestra familia, trabajar y viajar. No es fácil, pero no hay que tirar la toalla. Se habla sólo de conciliar en el caso de las mujeres, pero son los hombres los que tienen que aprender a conciliar. Las mujeres no nos diferenciamos de los hombres por nuestras competencias, sino por nuestro sentido de culpabilidad por no poder atender todo. Además, nosotras tenemos nuestras singularidades, que nos benefician en el trabajo.
¿Por ejemplo?
Nuestra capacidad para organizar las cosas, para llevar la economía doméstica, nuestra versatilidad, flexibilidad para afrontar cualquier contratiempo. Es algo genético. Estamos entrenadas cuando atendemos a nuestro grupo familiar, y eso nos hace ser más eficaces en el trabajo. Genéticamente estamos más predispuestas a gestionar bien, es una herramienta muy válida porque tenemos capacidad de anticipación. Ya no se discute nuestra valía, ahora tenemos que creerlo. Y dar el paso valiente de no repetir el modelo masculino y construir nuevos modelos de dirigir. Tiene que haber más mujeres en los consejos de administración porque nuestras aportaciones pueden ser muy válidas.
'Ya no se discute la valía de las mujeres, ahora tenemos que creérnoslo'
Usted pertenece al consejo de administración de Zeltia y recientemente ha entrado en el capital de la cadena hotelera Room Mate, que se distingue por un concepto distinto de hoteles, ¿siempre apuesta por proyectos innovadores?Me gusta apostar por lo diferente. Siempre tengo deseos de cambios y me da mucha satisfacción apostar por algo nuevo.Asegura que no se incluye en ningún grupo social. Uno nace donde nace, y desde ese momento pertenece a un grupo en el que se desarrolla, pero luego sucede que puedes cambiar de grupo. Todos esos conceptos de incluir y de excluir, dependiendo del dinero no me gustan. También hay clases que cuando prosperan intentan imitar a la otra clase, y siempre resulta una mala imitación, porque por estética no es la misma. El objetivo es construir uno mismo su propia identidad. Es necesario que empecemos a preocuparnos del poder de los débiles.¿Cuando nació su vocación emprendedora?Con nueve años ya trabajaba, y cuando mi padre pescaba como ayuda para que toda la familia pudiera vivir, lo vendía o lo intercambiaba por otro servicio, ya entonces hacía transacciones económicas. Ahí ya había una pelea por el día a día, por el corto plazo. Creo que sé hacer y poner proyectos en pie. En la fundación trabajan 93 personas, y el 60% no tiene estudios primarios. Están por su actitud, por el compromiso por aprender a trabajar. No se aprende con apuntes.¿Emocionalmente sigue vinculada a Inditex?Es una compañía fantástica, que ha trascendido a las personas que la han creado. Tiene vida propia y ha generado un modelo inteligente basado en el principio de igualdad. Los 10 primeros años fueron de gran sacrificio, tenacidad e incertidumbre. A mí me sirve de estímulo para mi empresa. Ahora somos pequeños, pero podemos ser grandes. Siempre se empieza igual, pero también sé que el resultado puede ser espléndido.