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Superhéroes financieros

Nuño Rodrigo

La razón de ser del superhéroe es el supervillano. Superman o Spiderman salvan ancianas de ser atropelladas por trolebuses o imparten justicia al por menor en oscuros callejones, pero no serían quien son si no salvasen el mundo y eliminasen al malo. No es una gran novedad que el mercado apele a superhéroes; lo hizo en 1998 y le salió bien, al menos en el corto plazo. Y ahora vuelve por sus fueros. A falta de un Alan Greenspan, el mercado confía en una pléyade de salvadores: el Superbanco, el Superfondo y el Superinversor.

Este último, representado por los grandes inversores asiáticos y de Oriente Medio, tira de la Bolsa en los días malos, el Superfondo previsto por la banca estadounidense rescatará los activos hipotecarios desvalorizados por los impagos subprime, y el Superbanco, alianza de bancos centrales occidentales, aliviará las tensiones del mercado interbancario mientras duren.

¿Y el supervillano? Como en no pocos cómics, el supervillano está dentro de cada uno, en el propio sector bancario. Las entidades se observan mutuamente con recelo de tratantes de ganado, y mientras con una mano piden árnica a las autoridades, con la otra amasan cuanto dinero puedan, por lo que pueda pasar. Y, lo que es más importante, cierran el grifo del crédito. No pocos expertos dicen que se trata de una situación coyuntural, que el cambio de año será como agua de mayo para la confianza crediticia.

Es un argumento agradable de escuchar; todo el mundo quiere empezar 2008 con buenos propósitos. Pero si fuese todo tan sencillo no habría necesidad de apelar a tantos superhéroes. Es un problema de confianza, sí, una cuestión subjetiva, sí, pero que cinco bancos centrales se pongan de acuerdo para dar liquidez al mercado es un hecho, y de gran calado. Y ya se sabe que los mercados pueden ser irracionales durante más tiempo del que uno puede permanecer solvente.

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