Mala cara al accionista
Con la venta relámpago de un paquete de acciones de EDF por el Estado, como por arte de magia, cerca de 4.000 millones de euros vuelven a las arcas del Estado. El Gobierno ha hecho un excelente negocio al abrir el capital de la eléctrica en 2006. Propulsada hoy en el pelotón de cabeza de las capitalizaciones bursátiles europeas, la acción de EDF representa todavía una reserva de plusvalías de casi 130.000 millones de euros.
Paradójicamente, detrás de este fuego de artificio se esconde un entierro: el del accionista individual. EDF es probablemente la última gran operación de llamada al ahorro público (...).
La manera de proceder excluye la apelación a los accionistas individuales. Para EDF es una operación de común acuerdo que ha sido montada en unas horas. Rápida, bien hecha y sin coacciones. Sin necesidad de convencer a millones de particulares, mientras que un puñado de grandes inversores institucionales, ávidos de papel, golpean con impaciencia a la puerta de tales operaciones (...). ¿Por qué el Estado se va a privar de proceder así? En tanto que la cultura del accionariado individual no está verdaderamente anclada en las esferas del poder. El año 2007 (...) ha apuntado la lenta erosión del número de accionistas en Francia. No se ve que pueda invertirse la tendencia.