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Bolsa
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los mercados no salen del diván

Con mucho acierto, el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, señalaba hace una semana que Wall Street no necesita bajadas de tipos, sino ansiolíticos. Y con una perspectiva similar hablan en estas páginas otros expertos. El mercado actual es para especuladores. De gran calado o de andar por casa, porque teóricamente el operador a largo plazo debería abstenerse de comprar. No porque el mercado vaya a desplomarse de un día para otro, sino porque la relación entre rentabilidad y riesgo es, aparentemente, la menos adecuada. Está la Bolsa a menos de 200 puntos de su récord histórico y con una volatilidad extrema. Quizá el mercado esté viviendo los coletazos de la crisis subprime, pero quizá esté empezando a adentrarse en el túnel. Sólo en este contexto cabe explicar la gran sensibilidad a los tipos de interés, pues sólo el inversor más radicalmente cortoplacista puede considerar buenas unas señales de bajada de tipos en EE UU que deberían resultar cuando menos inquietantes.

La parálisis del mercado crediticio, en todo caso, debe ser tomada en su justa medida. Porque la principal característica del mercado actual es una incertidumbre casi total sobre el efecto en la banca de los problemas crediticios. Ni los bancos saben cómo van a quedar sus balances cuando se despeje el polvo de la batalla. En este contexto, la subida del tipo de interés interbancario por encima de los niveles esperables responde a esta misma incertidumbre: ante la duda, la banca llena la caja fuerte. Por el otro lado, cierra el grifo del crédito. Si el panorama mejora, siempre estará a tiempo de retomar el negocio.

Ocurre, no obstante, que en los mercados y en la economía las profecías autocumplidas son demasiado habituales: Si el mercado se convenciese de que con las primeras cigüeñas la Bolsa baja, eso sería justo lo que pasaría. De ahí que la intervención de los bancos centrales contenga paralelismos con la de la banca: De momento quieren evitar que la crisis financiera se extienda demasiado a la economía, pero no implica necesariamente que se espere crisis a gran escala.

Así, la balanza de los riesgos está en un precario equilibrio; el mercado no es totalmente racional en el corto plazo, pero tampoco es totalmente irracional. Aunque la vieja táctica de window dressing, o retoque de las carteras de los fondos antes del cierre de año, pueda llevar al mercado a algún máximo un tanto engañoso.

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