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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tarifas eléctricas sin privilegios

El final de la tarifa eléctrica G-4, aplicada en España a ArcelorMittal, Alcoa y Asturiana de Zinc, que supone pagar un tercio de la media de las tarifas en su recibo energético, está un poco más cerca. La Comisión Europea tiene abierto desde principios de año un expediente a España por considerar que se trata de ayudas de Estado encubiertas. La pasada semana, la Comisión cerró un dictamen en el que obliga a tres compañías italianas -ThyssenKrupp, Cementir y Terni Nuova- a devolver 80 millones de euros que se ahorraron por disfrutar de tarifas eléctricas reducidas en 2005. El resultado del expediente italiano es un indicio de cuál podría ser el final del abierto contra las presuntas ayudas de Estado españolas. Para evitar males mayores, Industria ya está negociando con Bruselas una solución.

En un mercado único como el europeo no tiene sentido que algunas empresas -italianas, españolas o de cualquier otro Estado de la Unión- se beneficien de unos precios eléctricos inferiores al resto de la industria si lo hacen en ventaja con otros competidores. Ni siquiera porque su consumo energético sea muy alto y suponga un importante porcentaje de sus costes totales (se calcula que las tres empresas acaparan el 7% del consumo total de electricidad en España). Además, la G-4 establece que cuanto mayor es el consumo más grande es la rebaja, lo que en parte desincentiva el ahorro energético. Tiene sentido que los consumidores industriales asuman íntegramente el precio de uno de los inputs imprescindible para su producción, lo que además de llevarles a mejorar su competitividad les aboca a usos energéticos más eficientes. El sistema tarifario debe incentivar siempre el ahorro eléctrico.

Sin embargo, una cosa es terminar con unas tarifas beneficiosas y otra penalizar a las empresas que las han disfrutado legalmente y en igualdad de condiciones con sus competidores en el mercado mundial. Se trata de mirar al futuro. Y éste pasa por que la tarifa refleje el coste real de la generación, pero también por la producción más barata y limpia posible.

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