Jóvenes, temblad: llega la hipoteca inversa
Dentro de unos años aquellos que puedan heredar un piso sin deudas aparecerán en los programas de televisión donde presentan especímenes raros y relatarán su historia ante la incredulidad general. De entrada, al existir hipotecas a 50 años, y teniendo en cuenta que los jóvenes se van de casa a los 30 (con suerte) y que la esperanza de vida ronda los 80 años, ya se ve que la posibilidad de heredar un piso limpio de hipoteca es reducida. Pero la estocada final es la hipoteca inversa.
Este producto financiero nace de la necesidad. En efecto, dado el precio de los pisos en la actualidad, es fácil que una persona que ha llegado a la jubilación sólo haya sido capaz de ahorrar el dinero suficiente para pagar el piso en el que vive. Se encuentra viviendo en un activo que tiene un valor elevado pero él cobra una pensión reducida y puede tener dificultades para llegar a final de mes. Parece una ironía más de la vida. Es riquísimo en patrimonio y pobre en rentas.
Una hipoteca inversa es un crédito hipotecario para mayores de 65 años que sean propietarios de la vivienda donde residen y quieran obtener, con la garantía de la vivienda, una renta adicional a la pensión de jubilación que estén cobrando. Por lo tanto es la primera hipoteca que en lugar de pagar se cobra. Las disposiciones que vaya haciendo el titular, así como los intereses devengados, se van acumulando hasta el vencimiento de la hipoteca, que sólo puede ser por venta del inmueble o la muerte del tomador. Este producto, si así lo determina el contrato, también es extensible al cónyuge, con lo que éste continúa cobrando la renta a la muerte del primer deudor. Lo importante es que los herederos no pierden el derecho a la propiedad y pueden optar por cancelar la deuda acumulada y quedarse el bien o proceder a su venta, quedándose con la diferencia entre el precio de venta y la deuda pendiente del préstamo.
Las entidades financieras hasta ahora no publicitaban excesivamente este producto. Ello era así dada la facilidad con la que podían conceder préstamos a los jóvenes que se convertían en sus clientes durante 40 años. Pero con la ralentización del mercado inmobiliario, los mayores de 65 años, que representan más del 17% de la población, son una buena oportunidad para seguir ampliando el negocio hipotecario, y muy rentable. Estos préstamos tienen un coste financiero superior al 6%, con un diferencial de dos puntos sobre el euríbor, muy superior a una hipoteca convencional.
¿Es usted mayor de 65 años y vive en un piso de su propiedad?, pues ya puede preguntar en distintas entidades financieras por este producto. Podrá escoger entre cobrar una renta mensual vitalicia o por un periodo determinado de años.
Yo, de entrada, le aconsejo que elija la vitalicia. Debe ser triste llegar a los 90 años, comprobar que aún está vivo y cobrar la última cuota. Así que, aunque la mensualidad sea menor, asegúrese de que la cobra hasta que se muera.
El importe dependerá del valor del piso y de su edad, pero para un piso de 400.000 euros podría estar alrededor de 700 euros, que no está nada mal. Además, el Congreso acaba de aprobar una nueva normativa sobre préstamos para vivienda muy ventajosa para este producto, reduciendo sustancialmente los gastos de formalización.
¿Y cuál es la gracia?, ¿no la ha descubierto? Pues que todo lo que usted cobre en forma de mensualidades y sus correspondientes intereses no lo devolverá a la entidad financiera usted sino sus herederos.
De ahí la sugerencia del título de este artículo Jóvenes temblad: llega la hipoteca inversa. ¿Tiene usted hijos adolescentes? Se acabó amenazarlos con no comprarles la moto o bajarles la paga semanal. Basta con entregarles una copia del contrato de suscripción de hipoteca inversa en blanco diciendo un tranquilo: 'Lee esto, creo que te interesará'.
Así pues, si usted es un jubilado con una vivienda en propiedad y sus hijos lo llaman poco y no lo invitan a comer los domingos no se lo piense. Pida una hipoteca inversa, haga los viajes que siempre ha soñado, salga a cenar cada semana, no repare en gastos. Pagan ellos.
Jordi Fabregat
Profesor de Finanzas de Esade