¿Hay quien dé más?
Si antes resultaban largas las campañas electorales ¿qué decir ahora de las precampañas? Y tal vez la estrella sea la fiscalidad. No hay Gobierno que se precie que no ofrezca, a cambio de votos, una reforma fiscal que, naturalmente supone rebajas impositivas, porque, de lo contrario, tendría el rechazo asegurado. Si mal no recuerdo, quizás la primera oferta en los últimos tiempos con tufillo electoral fue el cheque-bebé de 2.500 euros del Ejecutivo, o mejor de su presidente, porque el ministro de Hacienda no parecía muy al tanto del asunto.
Poco después se ofertaron ayudas a determinados colectivos para que pudieran acceder con más facilidad al alquiler de vivienda. En algunas comunidades, Andalucía por ejemplo, se habló de elaborar una norma que facilite el acceso a colectivos más desfavorecidos. Ya veremos en qué queda el tema, porque evidentemente la más o menos próxima disolución de las cámaras no va a permitir su tramitación hasta la próxima legislatura. En otras comunidades se ha suprimido, en la práctica, el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones o se prometen rebajas en el que grava el Patrimonio de las Personas Físicas.
Ahora toca el turno al principal partido de la oposición. El PP promete 'la mayor reforma fiscal de la democracia' eximiendo de tributación por IRPF a trabajadores y pensionistas que perciban al año menos de 16.000 euros. Con este solo dato es difícil medir el alcance. Sí es cierto que eliminaría la obligación de declarar de siete millones de personas, pero conocer el coste para las arcas públicas es difícil sin precisiones adicionales.
No obstante, sí hay algo cierto. La reforma que del IRPF hizo el partido del Gobierno costó dinero. El cheque-bebé costará dinero. Las ayudas al alquiler costarán dinero; de ganar las elecciones el PP y siempre que cumpla lo prometido, esta reforma costará dinero y, a buen seguro, que el PSOE contraatacará ofreciendo alternativas que, en su caso, costarán dinero. Y me pregunto ¿nos lo podemos permitir? Soy partidario de un sector público con el tamaño mínimo posible, pero si nos podemos permitir esta merma de ingresos sin deterioro del nivel de servicios ¿qué ha pasado con el gasto público en todos estos años en que hemos estado pagando de más? ¿Tan mal se ha gestionado?
Es posible que estemos acercándonos a una época de vacas flacas. La economía ha sido y será cíclica y es conveniente que en la parte baja del ciclo las cuentas públicas estén saneadas para que el Estado pueda ejercer su capacidad de demanda y suavizar esa bajada. Es de agradecer que se dejen más recursos en manos de los contribuyentes, pero eso sí, sin hipotecar el futuro. Como contribuyente celebro la bajada, como asesor fiscal me es indiferente, pero como economista no puedo evitar cierto recelo y me pregunto si se está actuando prudentemente o solo con la vista puesta en el corto plazo.
Llevo desde que tengo memoria vinculado a la contabilidad, desde la práctica, desde el asesoramiento, desde la docencia y hace poco oí una definición que no había oído nunca: 'la contabilidad es una ciencia exacta que dice exactamente lo que el contable quiere que diga'. Cuando salió el PP del Gobierno lo hizo alardeando de haber dejado unas cuentas saneadas; recientemente desde el Partido Socialista se le acusaba de haber dejado 'la despensa vacía'. Revisemos los números no vayamos a estar abusando de la contabilidad creativa.
Rubén Candela. Presidente de la Asociación Española de Asesores Fiscales (AEDAF)