Las amenazas del futuro tercer banco ibérico
En una reciente aparición en RTP, la televisión publica portuguesa, Fernando Ulrich, primer ejecutivo de BPI y casi sin duda también del futuro Millennium BPI manifestó su disposición a entrar en España si prospera la operación de fusión que estos días estudian los consejos de administración de BCP, el mayor banco privado luso, y BPI, que ocupa el cuarto puesto -primero y quinto respectivamente si se incluye a la pública Caixa Geral de Depósitos-. Se sumaría así a la aventura del Banco Espirito Santo y de Caixa Geral que ya aterrizaron en suelo español hace algún tiempo.
En sus 20 años de historia, BCP, sin embargo, nunca había apostado por España, basándose en que no tenía suficiente masa crítica para operar. También porque se lo impedía el acuerdo que mantiene con Sabadell.
Pero la situación podría cambiar si prospera la operación propuesta por Ulrich, que ya cuenta con el visto bueno del Gobierno y del Banco de Portugal, nada despreciable pero no suficiente para rematarla. Las conversaciones que durante estos días están manteniendo ambas entidades se están produciendo en la más absoluta intimidad y nada trasciende de ellas. Tan sólo especulaciones acerca de movimientos de accionistas de BCP poco favorables a la operación o descontentos con la primera propuesta lanzada el 25 de octubre.
El nuevo banco tendría presencia en Portugal, España, Polonia, Grecia, Rumanía, Turquía, Angola, Mozambique y Estados Unidos
Pocos días antes, volvía a agitarse el fantasma español en Portugal. Los crecientes rumores sobre el interés de bancos españoles, como BBVA, Popular y Sabadell por entrar en BCP, hicieron reaccionar a Ulrich y adelantar la oferta.
Ahora, su intención no es sólo salvar a BCP de las garras españolas sino propiciar la 'creación de un banco portugués multidoméstico y con centro de decisión en Portugal'. El banquero de 54 años, que empezó su carrera profesional como periodista económico del semanario Expresso, ha sabido jugar bien sus cartas hasta ahora y se ha defendido con uñas y dientes de todos sus adversarios. En 2000 se opuso a una fusión con Banco Espirito Santo después de que su presidente, Ricardo Salgado, sugiriera que sería él quien seguiría mandando. Entonces Ulrich se despachó con una sentencia: 'quien no aguanta perder, no consigue ganar porque simplemente no lo intenta'. Hace unos meses aguantó también el tipo cuando BCP lanzó una opa sobre BPI. El fracaso de la operación acabó con la presidencia ejecutiva de Teixeria Pinto, que fue sustituido por el actual Filipe Pinhal, y abrió importantes grietas entre sus accionistas.
Ulrich ha aprovechado ese momento de debilidad para proponer la misma operación pero a la inversa y, con un cambio sustancial: en esta ocasión el que manda es él. La eterna novia de la banca portuguesa pasa de ser cortejada por muchos a tomar la iniciativa. Si la operación sale adelante, el banco se convertirá en el mayor de Portugal con unos activos de 114.824 millones de euros. Por detrás quedarían Caixa Geral, con 81.992 millones, Banco Espírito Santo, con 59.139 millones y Santander Totta, que suma 37.758 millones.
La entidad resultante, calificada por la prensa como el 'gigante portugués' tendría una capitalización bursátil de 16.500 millones de euros, casi 18.000 trabajadores, un beneficio por encima de los 1.000 millones de euros y una cuota de mercado cercana al 30%. Su presencia internacional también se vería reforzada. Ambas entidades operan en Angola y Mozambique pero, además BCP tiene presencia en Polonia, Grecia, Rumanía, Turquía y Estados Unidos. BPI ofrece también servicios en España, en banca de inversión, Suiza y las Islas Caimán.
De esta manera, Millennium BPI, que sería probablemente el nuevo nombre, pasaría a convertirse en el tercer mayor banco ibérico por detrás de Santander y BBVA. La pregunta que todavía no tiene una respuesta clara es si cruzará la frontera para instalarse en España recorriendo el camino contrario que ya hicieron los dos más grandes. Pese a la afirmación en televisión del propio Fernando Ulrich de que 'no tiene sentido que la entidad resultante de la eventual fusión no tenga una presencia visible en España', los analistas no lo ven tan claro. João Queiroz, de la firma LG Carragosa, opina que esas palabras pueden deberse más bien a 'la voluntad de crear expectativas entre algunos de los accionistas del BCP' que a una estrategia definida. A su juicio, 'el mercado natural no es España'. Lo mismo opina Fernando Abreu, analista de Probolsa. 'El hecho de operar en España puede entrar en conflicto con los propios accionistas de BPI', señala. En este sentido, la posición de La Caixa, cuya participación en BPI es del 25%, puede ser decisiva para acotar los territorios de expansión del banco. Por eso, los analistas se inclinan más a pensar en los países del Este de Europa. A mediados de octubre, BCP anunciaba la apertura de Millennium Bank Romania con el que espera conquistar el 2% del mercado en tres años.
Ha sido uno de los pocos momentos felices del banco en los últimos tiempos. Al fracaso de la opa sobre BPI y la consiguiente salida de su primer ejecutivo, se añade una polémica suscitada por los créditos concedidos por la entidad a Jorge Jardim Gonçalves, hijo del fundador del BCP y el descrédito de los órganos sociales del banco. Por si fuera poco, los resultados recién presentados están por debajo de lo esperado por los analistas. El beneficio se situó en 403,7 millones de euros, lo que representa un 27,5% de caída respecto al mismo periodo del año anterior. Por su parte de BPI obtuvo un beneficio líquido de 249.4 millones de euros en el mismo periodo, lo que representa un aumento del 14.3%.
A la vista de la situación de BCP, la propuesta de BPI puede resultar una bocanada de oxígeno. El propio fundador Jardim Golçalves ya se ha manifestado a favor de los procesos de concentración, sin embargo, conseguir todos los apoyos necesarios no va a ser tarea fácil. Algunos accionistas se han mostrado a favor de definir una estrategia de actuación común que podría incluso pasar por ofrecer una solución alternativa.
La posición que ocupará La Caixa, a la que Joe Berardo junto con otros accionistas de BCP, consideran la gran promotora de la operación, también puede suponer un freno. Si, como el BPI reconoció que podría pasar, La Caixa aumentara su participación hasta el 20% en la nueva entidad, la suma con las acciones de Sabadell supondrían un dominio español de más del 23%, un porcentaje muy parecido al 23,4% que tendrían los inversores portugueses, un escenario que no gusta nada en territorio luso.
Para completar el panorama, en las últimas horas hay que añadir los nubarrones que preceden de Angola y que según Fernando Abreu pueden entorpecer la negociación. El gobierno del país africano ha recomendado a las empresas públicas cerrar las cuentas en el Banco de Fomento, controlado al 100% por BPI y que representa el 30% de su beneficio. La razón ha sido la decisión de BPI de no coliderar una emisión de deuda para Angola. Entre los accionistas de BCP está la empresa Sonangol, de capital público angoleño, con lo que el BPI se crea un nuevo obstáculo.