Miquel Roca, más orgulloso de la toga que del escaño
En '¡Sí, abogado!' repasa el papel de los abogados en el mundo de hoy
Dice Miquel Roca Junyent (Cauderán, Francia, 1940) que él, antes que político, es abogado. Su verdadera profesión, a pesar de que su imagen pública se haya labrado en un escaño. Y eso, a pesar de ser uno de los siete miembros que elaboró la ponencia que sirvió de borrador para redactar la Constitución de 1978 y ser diputado en el Congreso desde 1977 hasta 1995. Ahora se ocupa del despacho Roca y Junyet Advocats Associats. 'Tenía necesidad de firmar mi vocación como abogado. He cambiado de intereses a defender. Cuando me dedicaba a la política defendía intereses generales, y ahora como abogado defiendo intereses particulares. Pero, siempre he sido abogado'. Necesitaba contarlo, propagarlo a los cuatro vientos. Y lo ha narrado en ¡Sí, abogado! (Editorial Crítica, 17,80 euros), una reflexión sobre el ejercicio de la abogacía, desde 'el entusiasmo y la pasión'.
Sin ninguna duda, el ex político aseguró, durante la presentación del libro el pasado lunes en el Colegio de Abogados de Madrid, que la abogacía es 'la profesión por deferencia'. Quiere Miquel Roca que su obra sirva par ilustrar a los jóvenes abogados españoles, a los que, en su opinión, no se forma suficientemente bien en la universidad. 'Es una profesión incómoda porque llega una persona con gran entusiasmo a proponerte algo, y enseguida le decimos que no se puede hacer. En las tertulias con amigos somos los que decimos siempre la palabra presunto, cuando alguien está calificando a otro de sinvergüenza. No permitimos que alguien hable a la ligera'.
En su opinión, el Derecho es incómodo porque se le hace saber a los ciudadanos cuáles son los límites de sus derechos. 'Y el abogado es el primer garante de la norma, el que le traslada al ciudadano que el derecho ampara su decisión', explicó. A pesar de tener la certeza de dedicarse a lo que verdaderamente le gusta, Miquel Roca bendice la duda, 'porque de ella saldrá el buen trabajo, los que no dudan me dan miedo'. Agregó que la duda es 'creativa y debe acompañar a los profesionales toda la vida'. Porque el abogado se hace y la vocación se construye.
La última lección de Rodrigo Uría
Fue el último escrito de Rodrigo Uría antes de morir el pasado mes de julio. En el prólogo del libro de Miquel Roca asegura que es la obra que a él le hubiera gustado escribir. Según Uría, 'la carencia de enseñanzas prácticas en la universidad hace que los abogados tengamos que aprender nuestro oficio en el día a día de nuestro trabajo en los bufetes de abogados'. Y agrega que 'un bufete que no enseña se convierte en un conjunto inelaborado, gris y burocratizado de analistas del derecho ajeno a las dos funciones cardinales del abogado: el consejo y la defensa en juicio'.En su opinión, 'la gran firma de abogados de hoy proporciona a los equipos de trabajo, a través de su organización empresarial, los medios e infraestructuras necesarios'. Y asegura que los jóvenes abogados y abogadas que lean el libro 'verán cómo su ilusión se acrecienta y su vocación se afirma'. Es más, 'se darán cuenta de que para ser un buen abogado hay que ser un hombre o una mujer completos'. Agrega que la profesión de abogado es saber derecho, pero no sólo eso. 'Verán cómo la ética (y la decencia, estética de la ética) son, al menos, tan importantes como el derecho. Y reconocerán la importancia cardinal que para los abogados tiene el sentido común. Ya innato o adquirido miran pasar la vida con buena fe'. Cuenta que el libro aparece en un momento en el que la abogacía española ha sufrido, en pocos meses, 'interferencias normativas'. Y enumera la relación laboral especial de los abogados, la Ley de Sociedades Profesionales y la Ley de Acceso a la Profesión. Confía en que tantas novedades no mermen 'la libertad e independencia, el deber de secreto, el deber de evitar incompatibilidades y conflictos de intereses y la ética como bandera concretada en nuestra deontología profesional'.