Padres que educan en jaulas de oro
Psicólogos y pedagogos europeos critican la corriente de la protección excesiva para criar hijos perfectos
¿Eres un baby boomer (nacido en los años cincuenta o principios de los sesenta)? Bien, pues escucha lo que los medios, los pediatras, los psicólogos y los rectores universitarios dicen de ti: 'te llaman madre y padre helicóptero porque estás obsesionado con tus hijos', afirma Félix Caroll en el periódico neoyorquino The Times Union. 'Las últimas investigaciones sobre los helicopter parents lo confirman: yo soy uno de ellos', reconoce Sue Shellenbarger en The Wall Street Journal. 'Big mother is watching you' (Gran madre te vigila), advierten en Alemania los psicólogos de la educación ante el extendido fenómeno de la protección obsesiva. Los progenitores quieren la seguridad total para crear el hijo perfecto. Una de las tendencias socioculturales clave registradas en Europa por el instituto de investigación de futuro Zukunftsintitut de Múnich.
'Con sólo 20 meses, hay bebés con jornadas completamente programadas', escribe Andreas Steinle en la revista Manager Magazin. Según Steinle, jefe de la Zukunftsakademie de Kelkheim (Alemania), para muchas familias VIB (very important baby), los hijos se han convertido en símbolos de estatus social. Sólo en Alemania, el número de familias VIB asciende a 1,7 millones, según cálculos de los expertos.
'Estamos ahogando a los chicos', afirma Petra Steinberger, del diario Süddeutsche Zeitung, en un editorial titulado Niños solos, arropados en algodón. Para Steinberger, 'la infancia vigilancia es el resultado de la nueva meritocracia: el convencimiento de que los progenitores somos los principales responsables del éxito o del fracaso de nuestros hijos, si no consiguen entrar en la mejor universidad, en el mejor despacho de abogados'. Y el miedo por la seguridad de los hijos alcanza formas obsesivas. De ahí que hasta jugar sea peligroso o una pérdida de tiempo.
En 1971, ocho de cada diez niños británicos de ocho años iban solos al colegio. Hoy, estadísticamente, menos de uno. Un informe del Children's Play Council concluía ya en los noventa que muchos niños estaban prisioneros en sus casas. En Alemania, el radio de acción (en el que se mueven solos y libremente para jugar) de los niños ha pasado de los 20 kilómetros en los noventa a cuatro kilómetros en la actualidad. Por eso, los pedagogos alemanes advierten de los riesgos de una infancia aislada: cuando los niños dejan de tener acceso a la aventura, muchos se sientan delante del ordenador, engordan, se sienten solos y el teléfono móvil se convierte en 'el cordón umbilical más largo del mundo' por su función de control, según Richard Mullendore, del College of Education, de la University of Georgia (EE UU).
Andreas Steinle, jefe del Instituto de Futuro de Kelkheim (Alemania), afirma que es un fenómeno vinculado a la paternidad y la maternidad maduras (hoy en Alemania, según la Oficina de Estadística, hay más mujeres profesionales entre 41 y 45 años que tienen su primer hijo que entre 35 y 39). 'Quienes tienen hijos en la madurez asumen una actitud mucho más estratégica respecto a los hijos'. Son parejas profesionales, bien situadas económicamente, y que no miran gastos a la hora de invertir en su proyecto niño.
De hecho, el furor por los pequeños se ha convertido en un atractivo nicho de mercado. En España, hay familias que se gastan un dineral para vestir a los pequeños como si fueran modelos de pasarela. El negocio de la moda de lujo para niños factura 210 millones de euros en el mundo; 32 millones en España entre las boutiques de las firmas y las tiendas de El Corte Inglés.
En EE UU, los padres helicóptero siguen en coche el autobús que lleva a sus hijos de colonias, piensan en instalar mecanismos de control en el móvil y algunos sueñan, incluso, con implantarles a los chicos un chip. Obsesivas formas de un miedo irracional.
Mary Elizabeth Hughes, socióloga de la Duke University, afirma que los padres helicóptero reflejan también la ansiedad económica, 'apesadumbrados por las inciertas expectativas laborales que les esperan a los chicos.' El sociólogo Frank Furedi añade, además, que los expertos han convertido cada uno de los aspectos de la educación en un problema: 'La vida familiar se profesionaliza'. Y en EE UU está haciendo furor el libro El peligroso manual para los chicos, en el que se explica cómo se hace un avión, cómo se cazan liebres y cómo se construyen tirachinas. 'Antes lo llamábamos jugar, hoy suena a hacer deberes', resume un padre en el muniqués Süddeutsche Zeitung.
La paternidad ausente crece en España
Para Jesús Palacios, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, lo preocupante en España no es el exceso de control -'no creo que sea tan exagerado como en Europa, en términos generales', señala- sino la progresiva desaparición de los controles: 'El no saber, ni querer saber, con quién está mi hijo, qué ha estado haciendo, dónde y hasta qué hora', advierte este experto en educación.Palacios considera que si bien el control autoritario es inadecuado, y probablemente indeseable, la ausencia de controles, o los controles erráticos y asistemáticos, son igualmente poco saludables. 'Y me da la impresión de que la tendencia en la sociedad española es más hacia lo segundo que hacia lo primero. Imagino, que en parte, porque aquí nos estamos todavía esforzando por no hacer con nuestros hijos lo que nuestros padres hicieron con nosotros', apostilla.Otro problema cada vez más frecuente es la sobrecarga a que se somete a los niños, y a las propias familias, con las actividades extra escolares. Alba Bonastre, profesora de preescolar en un colegio público de la provincia de Barcelona, corrobora: 'Observo que los niños realizan más actividades extra escolares que nunca, pero con la intención de tenerlos ocupados.' A Bonastre también le preocupa la locura por la moda de una precoz generación de fashion victims. 'Son ellos y ellas, en edad preadolescente, los que constantemente se están comparando. En la escuela siempre recomendamos un atuendo cómodo, pero no es fácil hacerles cambiar de actitud ', señala.La psicóloga catalana Gemma Blanch, concluye: 'Los niños españoles tienen hoy muchas cosas, como una habitación perfecta, pero no lo básico: el tiempo de sus padres. Hay poca comunicación'.