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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reformas contra la desaceleración

Pocas veces ha existido tanta discrepancia entre el Gobierno y los analistas independientes acerca del escenario económico en el que se moverán la actividad y los Presupuestos del Estado como en 2008. Economía, desbordada por la euforia de la demanda interna en los últimos años, insiste en que la desaceleración que generará el descenso de la inversión residencial será más limitada de lo que sus críticos analistas estiman.

Mientras que el común de los expertos cifra en un descenso notable el comportamiento de la inversión residencial, con la correspondiente repercusión sobre el PIB para 2008, Economía estima una aportación, aunque pequeña, al crecimiento, dando por bueno que tanto los tipos de interés como los precios de las casas han tocado techo, y que ambas cuestiones devolverán el estímulo comprador al sector privado.

Pero para el caso de que la desaceleración residencial fuese más profunda, las autoridades estiman que el resto de la construcción y la demanda de bienes de equipo, junto con las exportaciones, son factores suficientes para compensarla. La deuda de los hogares y los altos niveles de crédito hipotecario a tipo variable, junto con ser la española la economía más necesitada de financiación exterior, no deben ser un obstáculo para mantener la pujanza de la demanda. Para ello, el Gobierno anuncia mejoras de las medidas garantistas que den transparencia a los consumidores de crédito, pese a que se resiste a trasladar la vigilancia de la intermediación financiera a la autoridad supervisora.

Además, el secretario de Estado de Economía, David Vegara, en un mensaje de consolidación de la política económica reformista y de consenso practicada por el vicepresidente Pedro Solbes, y que ha dado años de excelentes resultados, se comprometió ayer ante un nutrido foro de empresarios convocados por este periódico a dar un nuevo impulso a las reformas de los mercados de bienes, servicios y factores, manteniendo el sagrado principio de la solvencia fiscal, para capitalizar la economía y ensanchar su crecimiento potencial.

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