Hurwicz, Maskin y Myerson, ¿clásicos modernos?
Los estadounidenses Leonid Hurwicz, Eric Maskin y Roger Myerson han sido merecedores este año del Premio Nobel de Economía por sus aportaciones a la teoría del diseño de mecanismos. El autor analiza en qué consiste esta teoría y cuál ha sido la contribución de los premiados a su desarrollo.
Una definición de Economía podría ser la ciencia social que estudia la asignación óptima de recursos escasos a necesidades ilimitadas bajo los criterios de eficiencia y equidad. Numerosos estudios se han realizado al respecto y se considera que el mercado es el mecanismo de asignación más eficiente. No obstante, ¿lo es siempre? Conspicuos economistas demostraron, ahora hace ya cierto tiempo, teórica y científicamente dicha afirmación sobre fuertes premisas, tales como la naturaleza de los bienes (que debían ser privados), la simetría de la información que poseían las partes, el grado de competencia y la ausencia de efectos externos sobre la producción y/o el consumo. Luego, ¿qué sucede cuando alguna de las partes tiene más información que la otra?, o ¿qué pasa cuando los bienes no son privados sino públicos?, o ¿qué hará un monopolista al no tener ningún tipo de competencia?
La teoría del diseño de mecanismos iniciada por Leonid Hurwicz y refinada y aplicada por Eric Maskin y Roger Myerson suministra las herramientas necesarias para analizar y responder a esas cuestiones. Además, es utilizada para identificar instituciones más eficientes. Un clásico ejemplo hace referencia a los bienes públicos. æpermil;stos se caracterizan porque no se puede excluir de su consumo a ningún agente económico y porque el coste de suministro es cero. En consecuencia, no depende que sean suministrados por el Estado o no, aunque terminológicamente puedan llevar a este tipo de equívocos. Pues bien, según Paul Samuelson, no existiría ningún mecanismo de asignación que pudiera asegurar el nivel eficiente de bienes públicos puesto que el interés (egoísta) individual de cada persona le incentivaría a dar falsas señales y pretendería tener menos incentivos en esa actividad colectiva de los que realmente tendría. La teoría del diseño de mecanismos permite un pormenorizado análisis de la conjetura de Samuelson.
En 1960, Hurwicz definió un mecanismo como un juego en el que los participantes se enviaban mensajes unos a otros y/o a un centro de mensajes, y donde una regla preespecífica asignaba un resultado a cada grupo de mensajes recibidos. Además, también introdujo la compatibilidad de incentivos (Incentive compatibility, 1972); es decir, en una situación donde los agentes económicos se comprometen a tomar una decisión en un futuro, no pueden tener incentivos a cambiar dicha decisión. O lo que es lo mismo, los incentivos han de ser compatibles con el acuerdo a que se ha llegado previamente. Posteriormente, dos conceptos clave hicieron su aparición: el principio de revelación (revelation principle) y el desarrollo de la teoría de la implementación (implementation theory).
Los economistas clásicos analizaban los hechos económicos como filósofos; quizá la modernidad debería pasar por volver a dichos clásicos
Sin embargo, si bien la definición de Economía ha variado relativamente poco, el objeto de la ciencia parece haberse modificado, o ¿ha vuelto a sus orígenes? Los economistas de la denominada escuela clásica utilizaban la expresión economía política para designar al estudio de las leyes sociales que gobernaban la producción y la distribución de los medios materiales capaces de satisfacer la necesidades humanas. Con el tiempo, esa economía política se transformó, simplemente, en economía.
El fragmento archiconocido de Adam Smith 'no es la bondad del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino su egoísmo; ( ) ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas' (The Wealth of Nations, 1776) pareció asentar para muchos las bases de la institución del mercado. No obstante, si uno puede leer al otro Adam Smith, el que aparece en la Teoría de los Sentimientos Morales (Theory of Moral Sentiments, 1759) descubrirá, quizás con estupor, que esa libertad individual que preconiza años más tarde no va sola, sino que debe ir junto a la sabiduría, inscrita en la condición humana. æpermil;sta es la que espontáneamente decide lo justo o lo injusto, contribuyendo de esta forma no sólo al bienestar del individuo sino a la armonía de toda la sociedad. ¿No sería esa la primera vez que se podría hablar de instituciones lato sensu o en terminología Nobeliana actual de mecanismos de asignación?
Los filósofos escriben sobre dos temas: lo que sucede en esta vida o lo que sucede en la otra vida. Los economistas clásicos analizaban los hechos económicos como filósofos; quizá la modernidad debería pasar por volver a dichos clásicos.
Josep Sayeras. Profesor del departamento de Economía de Esade