Toda la carne en el asador
Miguel Rodríguez
Mientras las Bolsas celebran por todo lo alto la última rebaja de tipos de la Fed, muchos inversores miran con recelo lo que sucede en el mercado, aguardando el próximo batacazo provocado por la quiebra de un hedge fund o por algún crédito de envergadura que haya caído en impago. Al fin y al cabo, aunque los bolsistas han dejado en la larga mano de la Fed el destino de sus inversiones, la limpieza en el mercado de crédito está aún por hacer.
Un sondeo entre 251 instituciones realizado por la firma estadounidense Greenwich Associates afirma que más del 65% de los inversores en deuda ligada a hipotecas tiene dificultades para vender sus bonos. Este porcentaje se eleva al 80% cuando se trata de CDO, los derivados de crédito que contienen diversos tramos de deuda hipotecaria.
Es decir, que el mercado de deuda colateral aún no ha recibido el chaparrón de liquidez necesario para paliar la sequía del pasado verano. El propio Alan Greenspan, otrora un firme defensor del papel de los derivados en la diversificación del riesgo, afirmaba ayer mismo que convendría repensar el funcionamiento de este mercado después de lo sucedido en los últimos meses.
Otra cosa es que el impacto de la crisis de confianza vaya a ir más allá de provocar una limpieza de lo más sana en los mercados de crédito. Y en esas se debaten las Bolsas en la actualidad; más inclinadas a pensar que lo que se acerca es una desaceleración y no una recesión.
Ahí el papelón lo han jugado los grandes bancos de inversión. Pero parece que lo han jugado bien, porque han puesto sobre el asador toda la grasa de las subprime en sus resultados del tercer trimestre. Y el mercado parece que lo ha entendido, a tenor de las subidas de los últimos días.
Lo que han venido a explicar con sus números es que sí, que efectivamente la crisis subprime ha afectado a sus cuentas -quizá más de lo previsto-, pero las pérdidas y las amortizaciones son asumibles, porque los balances están saneados.
Entretanto, la Fed soporta una presión abrumadora para que rebaje los tipos de nuevo. En un mercado en el que parece cada vez más que las decisiones sobre tipos las toma Wall Street y no Reserva Federal de Bernanke.