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Tribuna
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SEPA, un paso más hacia el mercado único europeo

La zona única de pagos europeos (SEPA) será una realidad a partir de enero de 2008. El autor repasa algunas de las iniciativas de este sistema que, en su opinión, no representa en sí mismo una ventaja competitiva para nadie, sino una eliminación de complejidades y barreras que facilita la competencia entre países.

Hace años que la industria financiera está trabajando en SEPA (Single European Payment Area). Cuando quedan pocos meses para la entrada en vigor de SEPA, es preciso revisar la iniciativa y refrescar algunas de las ventajas de esta normativa. SEPA es una iniciativa impulsada por el European Payments Council para la creación de una zona única de pagos europeos. Bajo SEPA se considerarán como domésticos todos los pagos (transferencias electrónicas) y cobros (recibos domiciliados) realizados en la Unión Europea. Ello dará lugar a una completa estandarización y simplificación de lo que hoy por hoy es muy complejo, dado que actualmente existen grandes diferencias entre los sistemas nacionales de cada país. Y esto requiere no sólo una estandarización operativa sino la homogeneización del entorno legal.

La Comisión Europea ha establecido una directiva (Payment Services Directive) que fue ratificada por el Parlamento Europeo en abril del 2007. SEPA afecta a todos los bancos que operan en los 27 países miembros de la UE, así como a Suiza y los tres países del Área Económica Europea (Lietchestein, Islandia y Noruega).

SEPA se enmarca en los esfuerzos encaminados a la creación de un mercado único europeo, eficiente y competitivo y mejorará la eficiencia de los sistemas de pagos y cobros facilitando a las empresas la expansión de su actividad a todos los países europeos.

A partir de enero de 2008, los bancos europeos ofrecerán pagos electrónicos en formato SEPA. El calendario para tener un sistema de Direct Debits (cobros o recibos domiciliados) no ha sido aún fijado y dependerá de la transposición a la legislación nacional de la Directiva de Pagos y Servicios. Se espera que durante 2009, la mayoría de los países se hayan adaptado. Los expertos esperan que en 2010 se alcance la masa crítica en la utilización de formatos y sistemas SEPA.

Para los tesoreros de las grandes empresas que trabajan en varios países europeos a la vez, SEPA representa una gran oportunidad para unificar y estandarizar sus diferentes unidades administrativas, integrando y optimizando tanto las funciones de pagos a proveedores como la gestión de cobros de cuentas de clientes. Ello permitirá reducir el número de cuentas bancarias y los costes internos en funciones administrativas, mejorará el control interno y reducirá los costes y la complejidad de los sistemas informáticos.

Sin embargo, no se valora suficientemente la oportunidad estratégica que SEPA representa para la pequeña y mediana empresa, que encuentra multitud de impedimentos prácticos al competir en un mercado europeo teóricamente unificado. SEPA no representa en sí mismo una ventaja competitiva para nadie, sino una eliminación de complejidades y barreras que facilita la competencia entre países.

Una empresa mediana debe seguir trabajando para reforzar su competitividad en el mercado europeo. En 2008, la conversión de órdenes de pagos nacionales al nuevo pago SEPA será muy simple y muchas entidades financieras ofrecerán un servicio de conversión de formatos. La conversión de los pagos internacionales a SEPA requerirá algo más de esfuerzo, pero representará una ventaja muy superior a nivel operativo. Para utilización de los Direct Debits (recibos o cobros), que esperamos esté lista durante 2009, se requerirá sin duda un mayor esfuerzo de adaptación, pero también aportará mayores ventajas en costes, optimización de saldos y simplificación de operativa.

¿Se verán afectados los particulares? Estos realizan un número limitado de pagos electrónicos y en su inmensa mayoría dentro de su propio país. El cliente los ordena mediante banca por internet despreocupándose totalmente de cómo se materializa su orden. El beneficio para particulares vendrá dado por la posibilidad de realizar pagos electrónicos transfronterizos con la misma facilidad, coste y agilidad con la que hoy realiza los nacionales.

Para los particulares que realicen operativa bancaria fuera de su país hay otras ventajas. Si una persona posee una segunda residencia en el extranjero, dejará de necesitar una cuenta en aquel país ya que podrá domiciliar todos sus recibos a su cuenta en España. Ello le reportará tres ventajas claras: desaparecen los saldos ociosos (así como descubiertos, devoluciones y cargos por sobregiro), los costes en transferencias entre su cuenta española y su cuenta en el extranjero, y, sobre todo, disminuye la complejidad en el seguimiento de sus operaciones bancarias.

Como conclusión, resaltaría que SEPA es una iniciativa que obliga al sector financiero pero que reportará una mejora significativa al mercado único europeo. Las empresas no necesitarán hacer un gran esfuerzo de adaptación administrativa, pero sí incorporar escenarios todavía más competitivos en sus planes estratégicos. Para los particulares, no existe ninguna preocupación práctica a corto plazo, aunque sí algunas ventajas que merece la pena tener en cuenta.

Jordi Oliva. Director general de Global Transaction Banking de Deutsche Bank España

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