Nunca trabajaré con McLaren
Nunca trabajaría en McLaren. Tampoco creo que McLaren me fichara a mí, y no lo digo por mi origen asturiano. Que también podría ser. El mutuo rechazo tiene que ver con una cuestión de orden. A la escudería británica no le gustaría mi caos. Bueno, ni el de mis compañeros de redacción. En McLaren, todos los empleados deben dejar la mesa limpia de papeles y de toda huella personal, como si al día siguiente no volvieran a trabajar. Siguen una política de mesas limpias. Al finalizar la jornada debe quedar todo inmaculado. A mí me llevaría una semana conseguir despejar la mesa. Lo curioso es que esa filosofía impregnada por Ron Dennis la siguen a rajatabla todos los empleados. El patrón de la escudería británica está convencido de que a la perfección se llega a través de la limpieza.
La ausencia de aceites y de grasa es una norma impuesta entre todos los constructores de Fórmula 1, pero en el caso de McLaren llega a ser una obsesión. Pude comprobarlo en el Circuito Jerez esta semana, donde fui invitada por la Mutua Madrileña a presenciar unas pruebas que se realizaban a los monoplazas con los que se disputan el actual mundial. Todos los garajes relucían, pero McLaren, donde Pedro Martínez de la Rosa probaba su bólido, había pintado el suelo con el color gris corporativo. La luz es la misma que se emplean en los quirófanos, por la sensación aséptica que desprende. Hasta ese detalle controla Dennis. Bien sabe que para atraer a marcas y patrocinadores la imagen es la que cuenta. Pero es una manía que parece no poder evitar.
Cuentan que en una ocasión acudió a cenar a casa de un ejecutivo y le cambió los cuadros de lugar. Lo que nunca ha modificado son los trofeos obtenidos por la escudería, tienen que estar cerca de los empleados. Y qué mejor sitio que el comedor de la empresa. De esta manera recuerda a todos que están allí para ser un equipo ganador. Con esa finalidad, el viernes posterior a la sanción de la FIA (72 millones de euros y la pérdida de todos los puntos conseguidos en el actual Mundial de constructores), reunió a los 1.500 empleados con el objetivo de animarles a seguir luchando. Les prometió que, a pesar de la multa, cobrarían el bono anual y que no habría despidos. La plantilla sintió en ese momento el escalofrío que da sentir orgullo de pertenencia. A lo mejor no es tan malo trabajar en McLaren. Lo peor es lo de la mesa ordenada.