¿Será por dinero?
Redistribuir, esa es la cuestión. El Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue tranquilizado durante la campaña electoral de 2004 por Jordi Sevilla susurrándole al oído, con ocasión de una comparecencia ante interlocutores económicos, que en dos tardes podría ponerse al día en esa asignatura. El presidente eligió como prioridades de la legislatura dos materias muy difíciles donde el lucimiento ha resultado imposible: el nuevo Estatuto de Cataluña y la negociación en busca de salida, una vez que los terroristas de ETA desistieran de la violencia.
Se trataba, en resumen, de las mismas prioridades del presidente Aznar pero invertidas. Los empeños de Aznar se cifraban en la España una, que ahora la queríamos plural y en la pura aniquilación policial de ETA y de todas sus concomitancias nacionalistas, que suponen alrededor del 15% del electorado del País Vasco. Ahora, cuando el tiempo apremia, en Moncloa se ha producido una revelación sorprendente: el éxito económico de estos años de legislatura. El debate sobre el estado de la Nación, los días 3, 4 y 5 de julio pasado, fue el momento estelar elegido para presentar los éxitos alcanzados que venían siendo ignorados con los cuales Zapatero logró un celebrado triunfo sobre su antagonista Mariano Rajoy en el pleno del Congreso.
Vinieron después las vacaciones de agosto y al regreso se observa la vuelta a la misma partitura. Tenemos superávit en las cuentas públicas, las elecciones están encima y nada mejor que redistribuir lo que figura en caja para contentar al personal para que no se equivoque de papeleta. En la campa de Rodiezno, que ha tomado el lugar de Quintanilla de Onésimo, el presidente Zapatero anunció mejoras en las pensiones, sin atender a ese compromiso cuyo incumplimiento tanto se reprochaba al PP de apuntarse en propia cuenta esos tantos fuera de los procedimientos acordados en el Pacto de Toledo. Luego, apareció el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, con su oferta de pisos para quienes tuvieran ingresos por debajo de determinadas cifras. Siguió el ministro de Sanidad, Bernat Soria, que aseguraba atención médico bucal gratuita a la población de una determinada franja de edad. Ahora es la ministra Carme Chacón quien lanza su plan de alquileres y desgravaciones en línea con el reconocimiento de Sarkozy al derecho subjetivo a la vivienda.
El vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, ha planteado sus objeciones a los planes que desconocía y ha ratificado la coherencia del último de Chacón, cuyas cifras habían sido acordadas de manera conjunta entre el departamento de Vivienda y el suyo. Entre tanto, de los Estados Unidos ha venido un barco cargado de turbulencias, de subprimas, de crisis inmobiliarias, y de insolvencias bancarias. Nos sorprenden con los deberes bien hechos pero pueden causarnos algún contagio porque es imposible el pleno blindaje. El contraataque es la fotografía en Boadilla, ciudad corporativa del Santander, del presidente Zapatero y del presidente del Banco, y las declaraciones de César Alierta, presidente de Telefónica, y Francisco González, presidente del BBVA, ahuyentando los bárbaros diagnósticos de recesión proferidos por el portavoz parlamentario del PP, Eduardo Zaplana.
La Bolsa registra los datos como si fuera el Instituto Meteorológico Nacional y la variable a considerar la presión atmosférica. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, acude al Congreso de los Diputados y pondera las ventajas de nuestro sistema financiero y de los sistemas de inspección pero llama a la prudencia ante innominadas alegrías. En esa misma línea se pronuncia el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Julio Segura. El superávit parece mejor que el déficit, la redistribución, mejor que los extremos excesivos de enriquecimiento y pobreza pero deben evitarse las aproximaciones simplistas y ponderar la diferencia entre utilizar el superávit y adoptar medidas que graven para siempre los presupuestos generales del Estado mientras empieza la competición para bajar los impuestos a la que acaba de sumarse el Partido Socialista de Madrid partidario de suprimir el del Patrimonio. Atentos.
Miguel Ángel Aguilar, periodista