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In memóriam

Un emprendedor polifacético

Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, destaca la calidad profesional y humana del empresario desaparecido

El mundo empresarial ha recibido con enorme dolor y tristeza una de esas noticias que nos deja conmocionados. La muerte de Enrique de Aldama y Miñón, uno de los vicepresidentes de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) y buen amigo, no sólo mío, sino de todos los empresarios de España, viene a dejar un hueco importante en el ámbito emprendedor español.

De la polifacética personalidad de Enrique de Aldama resalto y rindo homenaje a su extraordinaria contribución al asociacionismo empresarial, al progreso de los métodos de gestión de nuestras empresas y al desarrollo de las infraestructuras y comunicaciones, tanto desde su labor en el sector público como en el campo del sector privado.

En este capítulo, me gustaría destacar su valiosa contribución a la modernización tecnológica de las empresas y a la introducción, en la cultura empresarial, de valores relacionados con la ciencia, la innovación, la investigación y el desarrollo. Desde enero de 2001, y tras su nombramiento como presidente del Consejo Empresarial para la Sociedad de la Información de CEOE, pudo incrementar aún más su influencia y papel de guía en estas materias.

Pero, además, su capacidad de trabajo, sus grandes conocimientos en diversas áreas sociales y económicas y su versatilidad le convertían en la persona más apropiada en los momentos en que era importante lanzar nuevas iniciativas. Este fue el caso del ambicioso Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) que auspició desde CEOE.

No podemos olvidar tampoco su decisiva labor al frente de la Comisión Especial para el Fomento de la Transparencia de los Mercados Financieros y Sociedades Cotizadas, creada por el Gobierno en julio de 2002 y con la que aportó novedades importantes en esta cuestión. De la personalidad y el carácter que imprimía a su tarea da idea el hecho de que se conociera, a este grupo de trabajo, como Comisión Aldama, así como que se rigen, por sus recomendaciones, gran número de empresas españolas y la totalidad de las que cotizan en Bolsa.

Ahora bien, todo recuerdo que se tenga hacia Enrique de Aldama quedará cojo si a su brillante biografía profesional no le añadimos sus características personales. Eran numerosísimas y todas buenas, pero, entre ellas, me gustaría destacar su calidad humana, su trato afable y sencillo, su exquisita educación y su sonrisa permanente ante todo interlocutor que tuviera enfrente.

Por último, quiero aprovechar este espacio, que tan amablemente me brinda el diario Cinco Días, para trasmitir a su familia la consideración y el pesar más sincero desde CEOE y hacerle saber que los empresarios españoles siempre tendrán en su recuerdo a Enrique.

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