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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Trichet da un respiro a Europa

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, hizo ayer lo que le pedía el mercado: esperar y ver, antes de tomar ninguna decisión sobre política monetaria. Según sus propias palabras, las turbulencias en los mercados financieros han provocado un 'alto nivel de incertidumbre', por lo que considera apropiado 'recabar información adicional y examinar nuevos datos antes de sacar conclusiones'. Con esta decisión de cautela, y pese a repetir en parte el argumentario del Consejo del BCE en reuniones pasadas, dio un respiro al mercado financiero, a empresas y a particulares, que temían un dinero más caro.

El banquero francés se caracteriza por seguir una hoja de ruta diáfana e imprimir una gran visibilidad a su actuación, utilizando el lenguaje para marcar con claridad y suficiente anticipación qué movimientos va a hacer. Además, ha hecho siempre gala de la independencia como uno de los activos capitales de la autoridad monetaria. Pero en esta ocasión, independientemente de que la situación financiera y económica de Europa respaldase su criterio, ha dado muestras de debilidad tanto en la claridad del mensaje como en el celo de su libertad política, aunque tales debilidades se hayan limitado a incómodas apariencias, tal como quiso dejar claro ayer en su conferencia de prensa.

Si hasta ahora los expertos interpretaban que haría un alto en el camino en su paulatino endurecimiento de la política monetaria, para aplacar las tensiones inflacionistas, tras sus palabras de ayer no es fácil colegir que en octubre o noviembre subirá los tipos de interés. Aunque ha insistido en la necesidad de actuar 'con firmeza y a tiempo' contra las tensiones de los precios, su apelación a disponer de más información sólo añade incertidumbre a la reconocida ayer por él mismo, ya que hay pocas personas con más información que el presidente del BCE para determinar la profundidad de una crisis financiera y hasta dónde llegan sus ramificaciones. Si Jean-Claude Trichet no tiene información suficiente para tomar decisiones, traslada la incertidumbre a empresas, inversores y consumidores.

Además, admitió explícitamente que podía ralentizarse ligeramente el crecimiento de la economía europea, pues revisó a la baja las horquillas estimadas hasta ahora, entre otras cosas tras reconocer que las condiciones de financiación son ahora más tensas que antes de las turbulencias financieras. Aunque Trichet no subió ayer el precio del dinero, el mercado lo ha hecho por él, y seguramente en una proporción mayor de la que cabría esperar de una situación pacífica.

Cierto es, eso sí, que en las dos últimas jornadas la mano izquierda de la autoridad monetaria se ha movido con guante de seda. Ha aplacado las tensiones en el mercado de dinero, hasta lograr, con sucesivas inyecciones de liquidez, una relajación en los tipos de interés. Pero este respiro en los tipos no será definitivo, a no ser que la incertidumbre actual se traduzca en la certeza de que el daño a la economía real es significativo. En la reunión del BCE del 4 de octubre el mercado y todos sus agentes tendrán más elementos de juicio. Y si las empresas confirman en sus resultados económicos del trimestre la buena marcha de la actividad, podremos dar por amortizado el riesgo real de crisis.

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