Sonatrach reclamará por daños y prejuicios a Repsol y Gas Natural
El grupo energético argelino, que ha roto unilateralmente el contrato de Gassi Touil que mantenía con Repsol y Gas Natural, aseguró ayer que les va a pedir daños y perjuicios ante un árbitro de Ginebra. Sonatrach acusa a las españolas, que también reclamarán sus derechos, de haber desencadenado el conflicto por los retrasos en la ejecución del proyecto.
La batalla entre Repsol y Gas Natural con Sonatrach se aviva. A través de un comunicado oficial, el grupo estatal argelino confirmó ayer la rescisión unilateral del contrato de exploración y producción del yacimiento de Gassi Touil (un macroproyecto de gas adjudicado a las empresas españolas en 2004, en el que éstas tienen la mayoría del capital), algo que sucedió el pasado 20 de agosto y que las afectadas dieron a conocer el lunes.
Además, Sonatrach asegura que va a reclamar a Repsol y Gas Natural 'daños y perjuicios' por 'el fiasco industrial' y 'el daño sustancial' que le han causado por la demora en la ejecución de un contrato, cuya inversión supera los 5.000 millones.
Las españolas habían pedido a Argelia la revisión de una parte del proyecto, concretamente, la construcción de una planta de licuación en Arzew (en el Mediterráneo) por 'el disparatado encarecimiento del precio de las ingenierías internacionales'. Frente a un retorno de la inversión (TIR) del 5% al 6% previsto cuando presentaron el proyecto, en estos momentos, dicho TIR se sitúa en el 2%, según fuentes próximas a las empresas.
Sonatrach lamenta también 'el tono político' de la denuncia que Gas Natural y Repsol hicieron el lunes 'en un intento de atribuir de manera injustificada la decisión de rescindir el contrato al Estado argelino', subraya. En este punto, las acusa de haber desencadenado el conflicto por no haber 'ejecutado sus obligaciones contractuales' provocando el retraso de un proyecto previsto para 2009, que no podrá materializarse, según los cálculos, hasta 2012.
Argelia ha firmado contratos de venta de GNL (gas natural licuado) con Estados Unidos, que no podrá cumplir por no contar en plazo con la planta de Arzew encargada de licuar el gas, y por lo que será penalizada. Este es el daño esencial que reclamará ante el tribunal arbitral de Ginebra que se va a constituir para resolver el conflicto.
Por su parte, Repsol y Gas Natural, que evitaron replicar ayer al comunicado de Sonatrach, también harán valer sus derechos en el proceso, tal como indicaron el lunes a la CNMV. Al fin y al cabo, la decisión de rescindir el contrato ha sido de Sonatrach y, aunque ésta dice que se ha limitado a aplicar 'las cláusulas del contrato', fuentes cercanas a las empresas españolas aseguran que 'el contrato sólo establece penalizaciones por retrasos, pero éstos no permiten la ruptura del mismo'.
De hecho, añaden, ninguna planta de licuación que se construye en estos momentos en el mundo cumple los plazos. Tal es el caso de la propia Sonatrach en Skidda (Argelia), del proyecto de Shell en Irán o el abandono de otros por parte de GTL en Qatar y Argelia, en parte por el encarecimiento de los proyectos.
Ante el laudo arbitral que se avecina, y que podría durar dos años, a las españolas les puede beneficiar el que haya sido Sonatrach la que ha roto el contrato. De hecho, hay voces críticas que aseguran que Repsol y Gas Natural, que esperaban un apoyo más decidido del Gobierno español, han forzado la situación.
Los socios españoles intentan culpar a Industria
El 4 de julio Sonatrach comunicó a Repsol y Gas Natural que había presentado en París 'una solicitud de mediación previa a un arbitraje' para intentar resolver el contencioso que mantenía sobre Gassi Touil. Dos semanas más tarde, Industria llegaba a un acuerdo con el gobierno argelino, según el cual, a cambio de algunas concesiones políticas por parte de éste que no se llegaron a desvelar (aunque no falta quien considera que no hubo ninguna concesión), el departamento que dirige Joan Clos aceptó levantar todas las condiciones que la CNE había impuesto a Sonatrach para reforzar su participación en el gasoducto de Medgaz y le autorizaba, además, a comercializar gas en España.Según informaron el lunes Repsol y Gas Natural, a mediados de agosto, cuando Sonatrach debía entregar una fianza exigida para el proceso de mediación, la compañía argelina se negó a entregarla y optó por la rescisión del contrato y la solicitud sin más de un arbitraje. De esta manera, Argelia tendrá las manos libres para adjudicar el proyecto a otra compañía, a expensas de la indemnización que deba pagar cuando se dicte el laudo arbitral, no antes de dos años.El hecho de que Sonatrach tomara esta decisión después de que Industria aceptara sus peticiones sobre Medgaz, se ha entendido como un golpe bajo por parte los socios españoles que han criticado a Clos por no incluir en la negociación una solución para su contrato. Pero un problema empresarial no debía entorpecer las relaciones con el país magrebí, fue la posición de Industria. Argelia ha sido 'inflexible por no esperar', y ha demostrado no creer en solución alguna al comprobar que las españolas no podían afrontar económicamente el proyecto.
La restrictiva ley argelina
Repsol y Gas Natural se adjudicaron en 2004 un concurso para explorar y producir gas natural licuado (GNL) en Gassi Touil, al oeste de Argelia. El proyecto, controlado un 80% por las empresas españolas (el 20% quedó en manos de la estatal Sonatrach) se completaba con una planta de licuación en la costa mediterránea, que permitía a Argelia aumentar su producción de GNL, que se transporta en barco.Tras pedir una revisión del contrato por el fuerte encarecimiento de la construcción de este tipo de instalaciones, las españolas se han encontrado con la ruptura del mismo. En su opinión, Argelia lleva varios meses intentando recuperar el único proyecto que no controla y aplicar la legislación restrictiva sobre inversiones extranjeras que aprobó recientemente. Así, ha creado un impuesto adicional para los contratos ya adjudicados (como Gassi Touil) que puede llegar al 50% de la producción de hidrocarburos atribuible a las empresas extranjeras. Y es que con los mayores ingresos por petróleo, los países productores prefieren controlar los proyectos y hacer incursiones en mercados como el europeo.