Sarkozy, el rápido
Nicolás Sarkozy ha captado a opositores políticos, ha calmado los sindicatos y ha comenzado a hacer promesas en un torbellino de iniciativas. En el exterior, ha dado a Francia nuevo músculo en Europa y ha utilizado el verano para sellar una nueva entente cordiale con EE UU. Después de 100 días en su despacho de presidente, se ha convertido en el líder más popular de Francia desde De Gaulle.
Con su apodo de hyperpresidente, Sarkozy está listo para encender la mecha al segundo paquete de reformas económicas. Sin embargo, este otoño probará su determinación para conducir a través de cambios más difíciles. Hasta ahora, ha ganado en avances significativos, como la autonomía de la universidad o un servicio mínimo en transporte público ( ). Esas medidas bien acogidas, han ayudado a evitar las divisiones sociales que muchos temían, pero han decepcionado a los reformadores.
El segundo acto será más polémico. Sarkozy debe supervisar las negociaciones para introducir flexibilidad en un mercado laboral cargado de normas (...). También haría bien en relajar su estilo implacable de gobierno unipersonal y aprender el arte de delegar ( ). Sarkozy confirma la impresión de ser un monstruo del control. Francia necesita a un presidente activo, pero no a uno perpetuo.