Alemania logra el primer superávit fiscal desde la reunificación
Alemania logró en el primer semestre del año un superávit fiscal de 1.200 millones de euros, equivalente al 0,1% del PIB. Los primeros números negros que consigue la mayor potencia económica europea desde su reunificación, en 1990, se deben al aumento del tipo del IVA y a la mejora del empleo.
El guarismo buscado por los gobiernos federales de Alemania desde principios de los años 90 se conoció ayer: 1.182 millones de euros. Es la cifra del superávit presupuestario logrado, por fin, en el primer semestre de este año.
El montante contrasta con el déficit de 23.000 millones registrado en el mismo periodo del año anterior (2% del PIB), aunque hay un dato aún más significativo: el del primer semestre es el único superávit ordinario logrado por Alemania desde la Reunificación, hace casi 17 años. Queda la salvedad de la primera mitad de 2000, cuando los ingresos extraordinarios generados por la concesión de licencias de telefonía UMTS generaron un saldo positivo que, con todo, fue enjugado en el conjunto del año.
El incremento de los ingresos, del 5,6%, unido a la moderación del gasto público (0,7% más que el año anterior) sirvieron este primer semestre para apuntalar una tendencia iniciada hace tres años. La gran coalición surgida de las elecciones de mayo de 2004, que agrupa a democristianos y socialdemócratas bajo la dirección de la canciller Angela Merkel, ha logrado invertir el rumbo de la economía. El siguiente fue el último año en el que Alemania superó el límite de déficit marcado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (3% del PIB), algo que venía haciendo desde 2002. Desde entonces, la política de austeridad y elevación de la presión fiscal está dando frutos.
Posiblemente, la clave fundamental del buen resultado presupuestario haya sido la subida del IVA, cuyo tipo general pasó el 1 de enero del 16% al 19%. Al margen de sus discutibles repercusiones distributivas, la medida generó en su día serias dudas por su posible impacto en el consumo. Sin embargo, la recuperación económica ha quedado confirmada con sendos incrementos del PIB del 3,5% y el 2,5% en los dos primeros trimestres. Además, el aumento del tipo impositivo del IVA ha servido para elevar la recaudación por este impuesto un 17,9%. La propia oficina estadística reconoce que el incremento se debe 'en parte a cambios en la legislación fiscal'. Otro de estos cambios vino a moderar las contribuciones para el seguro de desempleo, lo que llevó a las cotizaciones sociales a retraerse un 0,5%.
Gasto congelado
En el otro lado del fiel, los gastos públicos alemanes se mantuvieron prácticamente congelados (la variación en términos reales llegó a ser negativa). Ello se logró, en parte, por el importante recorte de los beneficios sociales (2,5% menos que el año anterior), en consonancia con la mejora del empleo. La tasa de paro, del 9%, sigue por encima de la media europea, pero hay que recordar que a principios del año pasado llegó a estar en el 11,4%.
Aparte de España, que lleva dos años acumulando superávits presupuestarios, los otros dos grandes de la economía europea, Francia e Italia, mantienen sus dificultades a la hora de cuadrar las cuentas: sus déficit fiscales alcanzaron el 2,5% y el 4,4% de su PIB, respectivamente, el año pasado.
El trauma de absorber un quinto de la población
Después de acumular años renqueante, el principal motor de la economía europea sacó la cabeza en el ejercicio pasado, cuando logró un incremento del producto interior bruto del 2,5%. Antes, la crisis mundial de principios de siglo se cebó especialmente con Alemania, cuyo crecimiento rondó el 1% en 2004 y 2005 y llegó a ser negativo en 2003. Al margen de explicaciones de estrategia económica y lucha política, una de las causas de ese bajón, tras la euforia de finales de los años noventa, es la digestión tardía de la Reunificación.La unión con la Alemania del Este, proclamada el 3 de octubre de 1990, supuso para la República Federal absorber de golpe los destinos económicos de 17 millones de personas de la República Democrática. Nada menos que la quinta parte de la población actual, heredera, además, de un régimen antagónico con la economía de mercado.