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Tribuna
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La abstención de los activistas 'online'

Ahora ya podemos asegurar que las instituciones se van confirmando. Los partidos políticos progresistas no son capaces de incorporar y motivar electoralmente a los sectores sociales más dinámicos que se expresan en la nueva cultura de la web 2.0. La abstención (y el voto en blanco) de los activistas online podría ser otro síntoma más de la distancia creciente entre lo emergente y lo renovador y su supuesta representación política. ¿Es posible el liderazgo político sin una alianza con los nuevos líderes sociales digitales? ¿Qué está pasando para que las nuevas referencias comprometidas y las nuevas audiencias críticas de la Red no encuentren una pista de aterrizaje en las políticas de los partidos progresistas?

Vamos por partes. Un sector muy importante y significativo de nuestra sociedad está canalizando su voluntad social y su compromiso político en redes sociales y en nuevas comunidades, al margen de la oferta de los partidos (¡y de sus juventudes!). Hace 10 años, las ONG y su despertar solidario consiguieron un prestigio social (hoy en parte perdido) y una conexión con amplios sectores ciudadanos, en especial con una generación generosa y altruista que abarca desde la guerra de los Balcanes, pasando por el genocidio de Ruanda, al No a la guerra de Irak.

Pero el relevo comprometido, en los últimos años, pasa por la irrupción de las propuestas que se ofrecen con las tecnologías 2.0 en un mundo global: blogs, comunidades, Youtube, Flickr y Twitter. Y también de nuevos comportamientos sociales que reivindican el individuo, la libertad y el placer por compartir conocimientos, emociones y experiencias como base de una nueva socialización más cultural y emocional que ideológica. Son, además, influyentes prescriptores sociales como lo demuestran los informes del Institute For Politics, Democracy & The Internet.

Son muy jóvenes (entre los 16 y los 24 años) y representan el 70% de los usuarios de internet. El 90% se conecta diariamente a la Red. Les gusta lo inmediato y viven en comunidades y redes activas. El 80% de los blogueros son menores de 35 años. Y todo ello en un contexto sociotecnológico con una cuota de penetración de internet de casi el 50% de la sociedad, situándonos en la sexta posición en el conjunto de Europa.

Les interesa la política y lo social. Pero sobre todo la otra política, la que se ha movilizado, por ejemplo, en las manifestaciones por la vivienda. El uso de internet significa para la mayoría un mayor activismo social (casi el 45% de los usuarios afirman que participan en actividades de acción social), con implicación en acciones online, según el estudio Digital Future Report 2007. Consumen mucha información digital: webs, wikis, diarios o ediciones digitales, blogs, feavys y todo tipo de agregadores de noticias. Les gusta escribir e intercambiar opiniones, fuentes y referencias; y los liderazgos se ganan y se pierden con facilidad por el mérito intelectual (acreditado por una gran diversidad de rankings) y no por ninguna posición jerárquica.

Y, a pesar de todo este capital de información, activismo e interés político y social…, sus líderes en la Red apuestan claramente por el voto en blanco o la abstención y los primeros estudios demoscópicos ya nos advertían de un rechazo a las formas de representación convencional.

A la frustración o la decepción política se añade la convicción de que la política no habla de los temas que les interesan en un momento en el que la vivienda, la emancipación, el mileurismo y la precariedad son los contextos cotidianos para una población joven, conectada y activa, pero decepcionada y frustrada ante una política que les habla con otro lenguaje y con otra agenda.

Se acabó la coartada que culpabiliza de desinterés político a los abstencionistas por sus pulsiones egoístas o individualistas. La abstención de los activistas puede ser la consecuencia de una frustración y decepción política real. Exigentes con la política, e interesados por las propuestas cotidianas, encuentran poco eco a sus preocupaciones y no se reconocen en los lenguajes alejados de la política formal.

El resultado es un choque brutal entre sus intereses y la oferta política, que se canaliza, de momento, en un comportamiento muy crítico. Y que se expresa -emocionalmente- en desconfianza, indiferencia y aburrimiento como acredita el CIS; y -electoralmente- en el incremento de la abstención y en el aumento, por ejemplo en Cataluña, del 50% del voto en blanco en las últimas elecciones municipales.

Hay tsunami en medio del océano…, aunque no haya llegado con toda su fuerza a la costa.

Antoni Gutiérrez-Rubí. Asesor de comunicación pública y política www.gutierrez-rubi.es

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