Angela Merkel, el Pepito Grillo de los mercados financieros
Alemania encabeza las iniciativas para poner coto a la actividad del capital riesgo, de los 'hedge funds' o de los grandes fondos de inversión de capital público
El capital riesgo, los hedge funds y los descomunales fondos de inversión estatales de los países emergentes traen de cabeza a la canciller alemana, Angela Merkel. Hace dos semanas propuso que la Comisión Europea estudiase formas de limitar la capacidad de actuación de los grandes fondos de inversión estatales de países. A Merkel le preocupa que estos fondos, con un capital de 2,5 billones de dólares, se apoderen de activos estratégicos para la economía europea. Pero no son los únicos temores. En mayor o menor medida, Alemania ha prevenido de los riesgos de las últimas formas de ingeniería financiera, cuando no ha apostado directamente por regularlas. Este agosto, en Meseberg, lo debatirá con su Gabinete, mientras los mercados sumidos en un agudo temor a la crisis crediticia, dirán si el temor estaba justificado.
Porque buena parte de los problemas que azotan hoy a los mercados tienen su origen en el exceso de endeudamiento y en el claroscuro papel de los hedge funds, tres de los cuales han quebrado por invertir en activos hipotecarios de alto riesgo un dinero que no tenían. Antes de esta crisis, Alemania ha incluido en el orden del día de dos reuniones del G7, la cumbre de los países más industrializados del mundo, un debate sobre la necesidad de incrementar la vigilancia sobre los hedge funds y sobre su influencia en la estabilidad del sistema financiero. A finales de mayo, en un discurso en el Bundestag, la propia Merkel defendió la necesidad de regular unos instrumentos que, tanto a juicio de la canciller como del propio Bundesbank, no ofrecen transparencias sobre sus actividades y sobre su efecto en los mercados.
Estos fondos equivalen a medio año de la renta nacional alemana. Si compraran los 30 consorcios del índice bursátil alemán Dax, les sobrarían 300.000 millones de dólares según los cálculos más modestos. Y un riesgo similar ve Peer Steinbrück, ministro de Finanzas, en los fondos de inversión estatales de los países emergentes: 'Alguno de estos fondos estatales podría comprar, como quien está jugando, una docena de consorcios del índice bursátil Dax.' Por otro lado, ni China ni Rusia admitirían que inversores occidentales engulleran sus grandes consorcios nacionales.
Así, y en sintonía con el comisario europeo de comercio Peter Mandelson, la canciller quiere proteger industrias clave. Les apoya el ministro de Hessen, Roland Koch: 'No podemos ser más tontos que otros países modernos del mundo occidental. Y no acabamos de privatizar empresas como Telekom y Deutsche Post para que las compren los rusos.'
En agosto, la coalición democristiana y socialdemócrata debatirá estos aspectos en el Palacio de Meseberg, en Berlín. Se baraja la posibilidad de crear una comisión gubernamental, como las de EE UU y Francia, que detenga a inversores no deseados. También se estudia ampliar la actual ley para limitar la participación de extranjeros en las empresas alemanas y su derecho de voto.
La respuesta legal que estudia Merkel contemple la posibilidad de rechazar las ofertas de países con mercados blindados y la de inversores privados protegidos en su país de origen. También quiere imponer mayor transparencia a los inversores, que sólo podrán votar y percibir dividendos si se registran por su nombre y no a través de un banco. Y quien disponga de más del 10% de las acciones de una empresa deberá informar de quiénes le financian y cuál es la estrategia que persigue.
En todo caso, la beligerancia germana se ha apaciguado. Hace un año el vicecanciller y ministro de Trabajo Franz Müntefering hablaba así sobre el trío formado por capital riesgo, hedge funds y bancos de inversión: 'No piensan en los puestos de trabajo que liquidan. Son anónimos, no tienen rostro, caen como langostas sobre las empresas, las devoran y, luego, siguen su camino.' La población sigue asociando los fondos agresivos -sobre todo las sociedades private equity, que compran empresas para reestructurarlas y, luego, venderlas- al capitalismo global feroz y a instrumentos de destrucción de empleo.
Y aunque Peer Steinbrück destaque la importancia de los fondos como inversores e impulsores del mercado financiero, sigue asumiendo una actitud de reserva. Preocupan los métodos y los objetivos del capital riesgo: que tramen a oscuras y que los expertos no puedan detectar posibles riesgos a tiempo. Merkel y Steinbrück quieren convencer al G8 de la necesidad de que el sector se comprometa a publicar sus datos fundamentales: capital propio y su endeudamiento. De este modo los expertos podrán detectar mejor dónde surgen potenciales riesgos. En su propuesta de ley de capital riesgo, Steinbrück sólo quiere conceder facilidades en materia fiscal a los fondos que inviertan en empresas jóvenes e innovadoras. Y tampoco quiere ponérselo fácil a sus ejecutivos. El Gobierno de coalición piensa aumentar la presión fiscal a la participación que obtienen los gestores de hedge funds y capital riesgo sobre las plusvalías obtenidas.
Adiós, Deutschland AG
Si hay un modelo opuesto al capital riesgo es la denominada Deutschland AG: un estrecho entramado financiero y de poder surgido en la Alemania de los años sesenta y que vinculaba a entidades bancarias, seguros, consorcios químicos y la industria del automóvil. La patronal y los trabajadores de aquella Alemania S.A. coincidían en que garantizar los puestos de trabajo tenía prioridad frente a las estrategias de máximo beneficio.La otra cara de la moneda de la crítica al capital riesgo es el reconocimiento de que muchas veces son los mismos errores de los directivos y de los empresarios los causantes de que las empresas acaben siendo engullidas por los fondos. Es el caso, por ejemplo, de Chrysler, prácticamente regalada por Daimler al fondo Cerberus. Y probablemente también el de Volvo y Rover (de Ford). Pero también hay historias brillantes como la de la grifería Grohe, que fue vendida por la familia Grohe a BC Partners y, posteriormente, a los inversores financieros Texas Pacific Group y Credit Suisse First Boston, o la del fabricante de gafas Rodenstock, vendida por la cuarta generación de la familia del mismo nombre a Permira y por ésta a Bridgepoint, otra sociedad private equity. Rodenstock saldrá pronto a Bolsa. Para Karl-Heinz Büschemann, analista de Süddeutsche Zeitung, precisamente la enorme presión que sufren los fondos para invertir las ingentes sumas de dinero que perciben se ha convertido en uno de los mayores riesgos para los fondos financieros y para la economía mundial. En 2006, el volumen de fusiones y adquisiciones superó al de 2000, poco antes del colapso de la llamada nueva economía.
Los riesgos del capital riesgo
El alto apalancamiento en el que incurren las sociedades de capital riesgo es un riesgo para el mercado según los expertos. Aunque los bancos no retienen estos préstamos sino que los revenden, el BCE apunta que pueden transcurrir varios meses mientras lo hacen, y en ese intervalo de tiempo puede ocurrir que desaparezcan los compradores. Lloyd Blankfein, jefe del banco de inversión Goldman Sachs: 'el mayor riesgo podría ser una gran crisis crediticia.' Stephan A. Jansen, de la Zeppelin Universität de Friedrichshafen, espera que a finales de 2008 llegue una crisis similar a la del año 2001.'