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Tribuna
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Emilio Fontela, una luz en el camino

El pasado viernes de madrugada nos dejó Emilio Fontela, un gran economista, un sabio de entre los sabios, 'el economista español más conocido en el extranjero', en palabras de Carlos Berzosa, rector de la Complutense. Falleció en su casa rodeado de su familia y sus seres queridos. Nos ha dejado nuestro decano, colaborador habitual de Cinco Días, que siempre, con una sonrisa en sus labios, nos recibía en su despacho de la Nebrija.

Emilio, para todos nosotros, admirado y respetado por todos, era un amigo muy querido. Un amigo de los que dejan una profunda huella, cuya luz seguirá brillando en la memoria y en su legado durante largo tiempo después de haberse apagado. Su humildad dentro de su excelsa sabiduría, su dominio con elegancia y clase para resolver cualquier situación, su saber cómo hacerse querer por los demás, constituyen enseñanzas imperecederas para las generaciones venideras que estamos llamadas a seguir portando la antorcha del saber para compartir y transmitir unos conocimientos y unos valores que han de vertebrar a la sociedad tanto actual como futura.

El legado intelectual y personal de Emilio Fontela es impresionante: decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Empresariales de la Universidad Antonio de Nebrija; director del proyecto Prospectiva de la Comunidad de Madrid 2015; profesor emérito de la Universidad de Ginebra; profesor visitante de la Universidad de Sevilla y de Case Institute Of Technology, Cleveland (Estados Unidos); profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid; jefe de misión del Banco Interamericano de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) en Uruguay y de la ONU en el Magreb; asesor en la OPEP, Naciones Unidas, Unión Europea, OCDE, NIRA-Japón; miembro del capítulo español del Club de Roma y del Grupo de Lisboa; asesor de diferentes Gobiernos; director del Instituto Battelle de Ginebra; director internacional de Ceprede, y miembro del consejo asesor de Cotec, por citar sólo unos pocos destinos de una larga y fructífera trayectoria vital.

Nunca presumió de sus logros, ni de sus más de 150 publicaciones y 600 ponencias, lo que es una característica de los sabios y sencillos de corazón, y siempre comentaba sonriendo que sumando todos los miles de kilómetros que había volado en avión a lo largo de su vida había dado varias veces la vuelta a la Tierra.

Nunca se me olvidará cuando, tras regresar de su último viaje a Marruecos, con motivo del proyecto de investigación Marruecos 2030 realizado entre la Universidad Antonio de Nebrija y el Gobierno marroquí, se sentó exhausto en su despacho mientras ponía su mano derecha sobre su estómago para calmar un dolor que ya no tenía cura. No se quejaba para no preocupar a los suyos. Siguió hacia adelante con la ilusión del primer día hasta el final de sus días. Ejemplo de lucha para todos. Una luz de sabiduría, ternura y amistad que perdurará entre nosotros para siempre.

Los grandes sabios son los que marcan el paso para que otros sigan su camino. Emilio, miembro del Comité de Sabios de la UE, era uno de ellos. Querido y admirado por donde fuese, ha trazado el sendero para muchos, más de los que Emilio, en su humildad, hubiera podido pensar. Ha pasado a la historia como uno de los grandes economistas españoles del siglo XX cuya figura intelectual se irá agrandando en el tiempo. Cuando después de comer paseaba por el pinar que hay en el Campus de La Berzosa mientras contemplaba cómo las ardillas trepaban en los árboles para protegerse, su mirada y su rostro se transformaban. Gozaba con los pequeños detalles de la vida, con su familia, con sus compañeros y amigos tanto españoles como extranjeros, con su equipo, a quien realmente quería y del que se sentía admirado. Un sentimiento de admiración que se traducía en un gesto de cariño y ternura, en una sonrisa abierta y sincera, en un saber estar y decir, en un detalle hacia los suyos, en unas palabras de agradecimiento y, sobre todo, felicitaciones cuando la ingente tarea se realizaba a tiempo.

Así era Emilio Fontela: un sabio en vida que está gozando para siempre, como una estrella más en el firmamento que alumbra día y noche, del Reino de los Cielos. Desde allá arriba nos observa y nos anima con una sonrisa y una muestra de cariño a seguir sus pasos. Emilio, maestro, sabio amigo, descansa en paz.

José Manuel Saiz Álvarez. Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Empresariales Universidad Antonio de Nebrija

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