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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las nuevas amenazas emergentes

Primero fueron sus productos. Las etiquetas made in China llegaron a los mercados y obligaron a profundas transformaciones en muchos sectores industriales, tanto de Estados Unidos como de Europa, con lo que pronto asomó la sombra del proteccionismo comercial. La globalización llegó luego al ámbito laboral con la llegada masiva de inmigrantes y la moda de las deslocalizaciones en busca de salarios bajos. Hoy, la presión competitiva de los países emergentes da un paso más y actúa también de la mano de las grandes empresas chinas, rusas, brasileñas o indias, auténticas multinacionales con presencia en todo el mundo. Más de 60 compañías de países emergentes figuran ya en la lista de Fortune Global 500. En poco tiempo pueden ser un centenar. Lenovo, en China, Gazprom o Lukoil, en Rusia, Petrobas o Embraer, en Brasil, la india Mittal o Tata forman ya parte de ese nuevo poderío industrial que desafía a Occidente. Algo parecido a lo que ya ha sucedido con empresas niponas como Toyota, que han acabado por desbancar a clásicos del capitalismo estadounidense, léase General Motors.

Pero no sólo eso. La capacidad de las economías emergentes se mide también ahora, o mejor dicho, sobre todo, por la ingente capacidad de inversión en el exterior de sus fondos estatales, conseguidos tras muchos años de acumular reservas y financiar excesos consumistas de Occidente. Los gigantes emergentes no sólo han despertado. Están dispuestos a actuar y a hacer valer su peso en la economía mundial. La decisión de China de invertir 3.000 millones de dólares de sus reservas en el principal fondo de capital riesgo estadounidense, Blackstone, o el interés de la petrolera rusa Gazprom por invertir en Europa son movimientos significativos de este nuevo frente emergente, preludio de cambios de calado en el panorama financiero.

Los gobiernos occidentales son conscientes de la amenaza. La Comisión Europea se ha puesto manos a la obra para blindar a sectores estratégicos de la economía europea frente a la posible ofensiva de estos fondos. Dice Stephen Roach que el proteccionismo comercial dará paso al proteccionismo financiero. Parece lógico que ni Francia ni Alemania quieran que los intereses nacionales de Rusia o China se cuelen en sus grandes empresas. Pero para muchos también inquieta que resuciten las tentaciones proteccionistas si lo que se pone en peligro son las ventajas de la globalización y la libre circulación de capitales.

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