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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El inacabado debate energético

El Gobierno aprobó finalmente el viernes la anunciada Estrategia Española contra el Cambio Climático, un plan que incluye 198 medidas para reducir un 32% las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2012, tal y como marca el Protocolo de Kioto. Las medidas van destinadas a distintos sectores de la economía, como el transporte, el sector residencial o la agricultura. La más llamativa tiene que ver con la reforma fiscal que convertirá el impuesto de matriculación en una especie de tasa ecológica vinculada a las emisiones de C02 y que sólo pagarán los vehículos más contaminantes, ya que se eximirá de la misma a los que emitan menos de 120 gramos de dióxido de carbono por kilómetro -la mayoría de los utilitarios-. Habrá una tasa del 4,75% para los que emitan entre 120 y 160 gramos, otra del 9,75% para los vehículos que expulsen entre 160 y 200 gramos, y otra del 14,75% para los todoterrenos y los de mayor cilindrada, con más de 200 gramos por kilómetro. Según cálculos de Anfac, 1,1 millones de coches, casi el 70% del total matriculados anualmente en España, pagarán menos impuestos a partir del año que viene.

La industria consigue con esta medida cumplir en parte su vieja reivindicación de que se elimine el impuesto de matriculación para impulsar las ventas. El efecto fiscal, de hecho, será neutro porque la pérdida recaudatoria se compensará con la subida de impuestos de los que más contaminen.

El Gobierno aprobó también medidas de ahorro y eficiencia energética, como la eliminación de las calderas de carbón y otras tantas para reducir el uso de energía en el ámbito doméstico, además del impulso a las renovables. Se trata, en definitiva, de imponer 'un modelo social, de producción, de consumo energético y de desarrollo mucho más saludable y respetuoso con nuestro planeta', según aseguró la vicepresidente María Teresa Fernández de la Vega.

Toda medida se queda corta a juzgar por las predicciones que el consenso científico hace sobre el futuro del planeta y la crisis ecológica que se avecina si no se toman precauciones a tiempo. Un informe publicado esta misma semana en una revista de Funcas estima que el consumo energético crecerá previsiblemente más de un 50% de aquí a 2030.

Es de agradecer, por tanto, cualquier intento de poner freno al deterioro y que la 'sensibilidad medioambiental' de los Estados y los Gobiernos se materialice en medidas legislativas concretas y urgentes. Llama la atención, sin embargo, la resistencia a abrir en España un auténtico debate energético en el que se hable claramente sobre la rentabilidad, seguridad o sostenibilidad de la energía nuclear, un tipo de energía que, aunque no exenta de problemas (algo que se ha puesto de manifiesto recientemente con el temor a fugas radiactivas tras el terremoto de Japón ocurrido el pasado lunes), no tiene los efectos adversos sobre la temperatura del planeta de otras como el carbón o el petróleo. Está claro que el mundo ha entrado en una nueva era energética. No hay más remedio que responder al desafío. Por ello, conviene despolitizar el debate nuclear y afrontarlo con valentía, seriedad y absoluta transparencia.

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