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Medio Ambiente

El cemento evoluciona con el CO2

Las cementeras invierten 400 millones en cuatro años para afrontar las exigencias ecológicas

Pero si en esto llevamos más de 10 años!'. Las cementeras se sorprenden de que les pregunten cómo han ido evolucionando sus procesos para hacer frente a las exigencias medioambientales. Para ellas, las mejoras de eficiencia energética son parte de sus quebraderos de cabeza desde siempre. 'Ha habido épocas de crisis energética en las que el 80% del coste de nuestra producción era la energía. Teníamos que ganar en eficiencia', asegura Manuel Melgar, director de relaciones institucionales de Portland Valderrivas.

Sea como fuere, hace 10 años emitir CO2 a la atmósfera era gratis y ahora cada tonelada cuesta. Según las últimas cotizaciones para la venta de derechos en 2008, el precio de una tonelada de CO2 ronda los 20 euros. 'Sin hacer nada, hubiéramos tenido un excedente por encima de nuestros derechos de emisión de CO2 de 300.000 toneladas. El impacto económico sería muy grave', comenta Aniceto Zaragoza, director general de la patronal de las cementeras Oficemen.

No contaminar definitivamente es ahorro y el sector lo sabe. No en vano, en los últimos cuatro años, las cementeras españolas han invertido 400 millones en medidas y procesos para reducir el impacto medioambiental, según datos de Oficemen. 'Una tonelada de clínker que tenga que asumir el coste de CO2 no será rentable. Será más barato importarla', afirma taxativo.

Las emisiones son, desde este punto de vista, un compromiso medioambiental y un tema de supervivencia del negocio. Aún así, se sienten bien posicionados. 'Con todos sus problemas, el sector ha tenido una asignación de derechos de emisión suficiente. Esto no significa que nos hayan dado de sobra, porque hemos aumentado la producción pero con menores emisiones', afirma Melgar. 'Manejamos con suficiencia el reto del CO2 pero aún nos queda mucho por hacer', asume Zaragoza.

Limpiar el proceso productivo

Los problemas parten desde el mismo proceso productivo. Fabricar una tonelada de clínker, materia prima del cemento, supone emitir casi una tonelada de CO2. Urgía un cambio. 'Empezamos por mejorar la eficiencia energética en cuestiones técnicas. Ahora mismo, somos los terceros del mundo en eficiencia por detrás de Japón y Corea', explica Zaragoza.

Holcim España invirtió sólo en 2006 unos nueve millones de euros en mejoras medioambientales. Portland Valderrivas dedicó 2,45 millones en 2006 a medidas con impacto medioambiental y unos 26 millones entre 2000 y 2005. 'Lafarge Cementos ha invertido más de 100 millones en los últimos años en introducir las técnicas más eficientes en términos energéticos y medioambientales', afirman en esta empresa.

Sin embargo, como bien explica Álvaro Rodríguez, director de comunicación de Holcim España, 'el combustible sólo supone un tercio de las emisiones de CO2'. Los otros dos tercios provienen de uno de los procesos necesarios para conseguir el clínker, llamado descarbonatación, que supone eliminar el carbono de las calizas, que se convierte en CO2. 'En cuanto al procedimiento, se puede hacer muy poco. La clave está en las materias primas', dice Melgar. 'Se aprovechan residuos de otros procesos industriales como cenizas de central térmica o escorias como materia prima con menos carbono. Así, el gas contaminante está eliminado desde el principio', continúa Zaragoza.

Entonces, si producir clínker es casi lo que más contamina, otra de las estrategias es 'reducir su cantidad conservando las mismas propiedades en el cemento a partir de adiciones de otros materiales', concluye Zaragoza. De este modo, con el mismo clínker se produce más cemento más limpio.

El cemento tradicional se compone de un 95% de clinker y un 5% de yeso. En Holcim, han reducido la aportación de clínker hasta el 70% aproximadamente, con adiciones de lavas o cenizas. 'Estamos estudiando si determinadas adiciones podrían otorgar mejores propiedades al cemento, en resistencia, por ejemplo', cuenta Rodríguez. En su empresa, además, han utilizado materias primas alternativas en la producción para reducir los materiales que extraen.

Y por si acaso le faltan, el sector y Portland participan en el Fondo Español de Carbono para desarrollar proyectos de energía limpia en países en desarrollo y poder descontarse esas toneladas de CO2. Cada una cuenta.

El reto es aprovechar los residuos

El combustible fósil es parte de la contaminación que emiten las cementeras. El reto es sustituirlo y seguir en el camino de la reducción de emisiones. 'Si reducimos nuestra dependencia del petróleo y a la vez, damos valor a los residuos, matamos dos pájaros de un tiro', asegura Zaragoza.Según los datos de la patronal Oficemen, las cementeras ahorraron 270.000 toneladas de CO2 en 2006 gracias al uso de combustibles alternativos. Los más utilizados son las harinas y grasas animales, neumáticos fuera de uso, aceites, plásticos, textil y residuos municipales, orgánicos e industriales. 'Evitamos que vayan a parar al vertedero y para nosotros es positivo porque la biomasa no tiene emisiones', explica el director general de Oficemen.Desde Holcim valoran muy positivamente esta estrategia. 'Un neumático fuera de uso alcanza la misma potencia calorífica que el carbón, sus componentes de hierro se reciclan en el clínker y un 30% de sus componentes es biomasa, porque es caucho natural', explica Rodríguez, que además llama la atención respecto de que 'cada año se desechan 300.000 nuevas toneladas de neumático'. En el caso de las harinas cárnicas, como combustible en cementera contaminan cuatro veces menos que en el vertedero.Holcim dice 'no sentirse orgulloso' porque sustituye un 17% de su carburante por combustible alternativo. El sector sustituye sólo un 5,5% frente a tasas de sustitución del 80% en Holanda o del 50% en Francia.

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