La volatilidad que se avecina
Terminado el agitado mes de junio, los mercados han comenzado la temporada veraniega oficial en estado de calma chicha, con leves subidas en unos índices que más parecen estar esperando que confirmando tendencias.
No conviene pecar de complacencia, porque si algo ha demostrado la historia es que los veranos, en materia bursátil, suelen traer sorpresas, muchas de ellas negativas. Y cuando al mercado le sorprende algo que no le gusta el resultados siempre va a ser más volatilidad y, por tanto, más riesgo.
El verano suele ser volátil. Primero, porque el volumen escasea y las oscilaciones, sin los grandes inversores en el mercado, se maximizan. Segundo, porque es época de presentación de resultados, y las Bolsas reaccionan a las sorpresas que emanan de las cuentas de las compañías, sean éstas positivas o negativas.
Cuenta Citigroup en un informe de esta semana que la temporada de resultados del segundo trimestre suele ser la más importante, porque sienta las bases de lo que se puede esperar de las empresas para el conjunto del año. Un estudio realizado por el banco de inversión concluye que, de media, el diferencial entre el comportamiento de las carteras formadas por empresas que arrojan sorpresas positivas y las formadas por compañías que sorprenden negativamente es del 13,5% en la campaña de resultados que da comienzo en julio. Este diferencial es del 7,4% en la campaña del primer trimestre, del 7% en la del tercero y sólo del 3,7% en la del cuarto. Es decir, que la campaña que ahora comienza ha sido históricamente más volátil.
Quizás este verano cabe esperar más oscilaciones en Bolsa de las habituales: el ciclo se está agotando, pero hay señales recientes que indican que se va a prolongar más de lo esperado. La calidad de los resultados de las empresas en la campaña que comienza va a ser un indicador importante para conocer la salud de la economía. Hora es, pues, de agarrarse a la silla para aguantar el vaivén que se avecina.