La madurez del mercado laboral
El mercado de trabajo ha mantenido en junio una razonable creación de puestos de trabajo, con un trasvase saludable de ocupación desde sectores muy maduros, como la construcción, a la industria manufacturera. La afiliación de cotizantes a la Seguridad Social mantiene tasas de avance superiores al 3% interanual, con notable pujanza de los asalariados, aunque más moderada que en meses pasados. La economía, por tanto, sigue proporcionando empleo a todos los nuevos activos que se incorporan al mercado trabajo, sean nativos o inmigrantes.
Pero el registro de desempleados del Ministerio de Trabajo arroja algunas dudas sobre el mercado ya en el mes de junio, y da detalles sobre cierto agotamiento del modelo de generación de puestos de trabajo. En junio el número de parados descendió en sólo 7.360 personas, una séptima parte que en junio de 2006, y hoy hay más desempleados en el registro que hace 12 meses, lo que puede convertirse en un punto de giro del comportamiento del mercado laboral.
Un vistazo al número de parados registrados en los seis o siete últimos años revela que la cantidad de parados no ha cambiado prácticamente, y siempre se ha movido en torno a los dos millones de personas. Pero desde entonces la economía ha creado más de cuatro millones de empleos, absorbiendo todo el incremento de los activos jóvenes que han llegado al mercado, e incluso los abultados colectivos de inmigrantes. La cuestión está en si esta capacidad sobradamente demostrada por la economía puede mantenerse en los próximos años como para alcanzar el pleno empleo, meta que el presidente del Gobierno ha establecido como objetivo prioritario de la próxima legislatura.
Llegar al pleno empleo supone bajar la tasa de paro al entorno del 4% o inferior, como tienen economías industriales mucho más maduras que la española, o limitar a un millón el número de parados, justo la mitad de los registrados hoy. No parece fácil con la legislación y la configuración actual del aparato productivo. Por ello, las reformas deben configurarse como un instrumento dinámico de flexibilización del mercado, aplicadas a ser posible con consenso, para poder reducir el paro desde donde está ahora, donde comienzan a mostrarse las resistencias estructurales a la reducción.