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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El bajo coste tiene un precio

Las líneas de bajo coste revolucionaron el sector del transporte aéreo al tiempo que democratizaron los viajes en avión. El éxito del modelo fue tal que otros sectores lo han intentado imitar. Pero la época dorada de las líneas aéreas low cost, aunque corta, puede estar tocando a su fin. Y una de las razones es precisamente el éxito del negocio, que ha atraído a tantos actores que se corre el peligro de sobresaturar el mercado. La fuerte competencia por la elevada oferta de asientos puede poner en dificultades a compañías, muchas de ellas pequeñas, que no dispongan de suficiente fuelle financiero. Pero, además, las nuevas tasas aeroportuarias, muchas directamente relacionadas con el medioambiente, pueden ser la puntilla para algunas empresas. La razón básica es que en este negocio el margen está tan ajustado que es difícil recortarlo más.

Ante los descensos de ocupación registrados, Ryanair y Easyjet, las dos grandes del sector, anuncian que competirán más que nunca con bajos precios. Políticas como la de 'si encuentra un viaje más barato le devolvemos la diferencia', de Easyjet, marcan un ritmo difícil de seguir por las pequeñas compañías.

Pero los principales componentes del coste están al alza: combustible -el petróleo de nuevo por encima de los 70 dólares el barril-, las tasas aeroportuarias y los tipos de interés -lo que encarece la financiación de las compra de los aviones-. Un marco que hace posible también que los precios no se puedan mantener. Y esto sería igualmente negativo. Porque, al ir bajando las tarifas, las compañías de low cost han ido ampliando el mercado; pero si los billetes vuelven a subir de precio el mercado se reducirá de nuevo y eso llevará igualmente a una selección entre los numerosos actores del bajo coste (unas 57 compañías en Europa).

Declaraciones como las que Michael O'Leary hizo ayer, en el sentido de que habrá un 'fuerte' recorte en la industria del low cost en los próximos 12 meses, ponen más inquietud en el sector. Por segunda vez en pocos días, el excéntrico presidente de Ryanair anticipaba tiempos difíciles y provocaba el desplome de las empresas en la Bolsa. Su empresa fue castigada con una caída del 3,6% y su principal rival, Easyjet, bajó un 2,6%. El otro grande, Air Berlin, se dejó un 3,4% y, en España, Vueling lideró las pérdidas del mercado con un 9,6%, hasta un precio inferior al de su OPV. Es una señal de que la confianza de los inversores en el sector también está en el aire.

Y es que las noticias no son halagüeñas. Todo indica que la tendencia a subir de las tasas medioambientales va a continuar, con el consiguiente impacto en los precios. Pero también lo harán el resto de las costes por servicios aeroportuarios, porque mayor ocupación requiere más inversiones y más servicios para evitar los cuellos de botella.

La industria del bajo coste nació como un negocio que saca partido de los puntos flacos de las líneas aéreas tradicionales. Paradójicamente, en esta selección que se prevé pueden resultar favorecidas las low cost creadas por las compañías tradicionales, con un ritmo de crecimiento menos acelerado y más músculo financiero. Lo que resulta seguro es que el vuelo barato entra en una fase en la que deberá reinventarse.

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