Una revisión en el turismo
Más de 22 millones de turistas visitarán España este verano, un 3,5% más que el pasado, según las previsiones de la Mesa de Turismo. El turismo interior presenta un crecimiento incluso superior, y se prevén 19,5 millones de viajes, un 5% más. Donde no hay cambios es en el origen de los viajeros: Reino Unido, Francia y Alemania siguen siendo los principales emisores de turistas extranjeros. Son datos que se pueden leer en clave optimista desde el punto de vista cuantitativo, porque vienen a demostrar que, un verano más, España recibirá turistas a montón.
Sin embargo, al analizar los aspectos cualitativos, el optimismo requiere dosis de moderación, cuando no de preocupación. A España llegan más turistas, pero se quedan cada vez menos días y gastan menos dinero por viajero y día de estancia. Sólo la creciente cantidad de viajeros compensa este recorte. Perder de vista esto o, lo que es peor, difuminarlo en datos estadísticos sería un grave error de cara al futuro de la primera industria del país. Un estudio de Turespaña subraya la cada vez menor importancia del turismo tradicional de paquete clásico, y su reorientación estratégica hacia un abanico mayor de destinos, con países como Turquía y Egipto en franca recuperación.
El modelo español, poco diversificado tanto en oferta de destinos como en el origen de sus clientes, debe fijarse de manera definitiva en la calidad. Hasta el cambio climático pone en cuestión el monocultivo de sol y playa y aconseja implantar una oferta más rica y variada. Es cierto que el cambio está en marcha, pero queda mucho recorrido y poco tiempo. Sólo cuando las empresas estén plenamente convencidas de que la calidad es prioritaria, como fórmula de competitividad, estará en la vía buena el sector más importante de la economía española en términos de empleo y de PIB.