Bancarización de Latinoamérica
La estrategia de Santander y BBVA corre paralela. Uno de sus objetivos es ganar tamaño, entre otras cosas, y no la menor, como medida defensiva. Y se basan para ello en la expansión en el exterior, de donde ya les llega más de la mitad del beneficio. Dentro de esa estrategia internacional, iniciada hace lustros, América Latina se lleva la palma. Aunque no exento de luces y sombras, el latinoamericano ha sido el primer campo internacional en que creció la banca, y a los dos grandes del sector ya les proporciona más de un tercio de los beneficios.
Una vez más, Santander y BBVA coinciden ahora en sus planes y, cada uno por su lado, acaban de emprender la mayor expansión de sus redes de sucursales en América Latina. Entre ambos, abrirán 1.500 oficinas en la región en cuatro años, cerca de 1.000 el Santander y casi el 500 BBVA, con crecimientos del 21,6% y del 16%.
Se trata del proyecto de mayor envergadura en sus redes desde que desembarcaron en el área. A la vez supone el espaldarazo a la región, impulsado por la mejora de las perspectivas económicas y la estabilidad política en la mayoría de los países. Aun así, crisis como la de principios de la década en las economías de la zona han proporcionado suficiente experiencia a los bancos españoles para ajustar al máximo sus riesgos. No obstante, los organismos internacionales, con el FMI a la cabeza, consideran hoy halagüeñas las perspectivas de crecimiento en la región.
Es este escenario, los dos grandes bancos españoles van a encontrar con el desarrollo de su red un campo abonado para mejorar sus cuentas de resultados, una vez reducidas al mínimo las posibilidades de realizar grandes adquisiciones en el área.
Santander y BBVA, además de hacer negocio, también van a extender con este plan una inestimable labor de modernización de la cultura financiera de esos países y de sus ciudadanos. La bancarización de América Latina, pilotada por las dos grandes entidades españolas a cambio de interesantes rendimientos, cumple a la vez una función que, bien entendida, impulsará a muchos ciudadanos desde una ínfima cultura financiera próxima al siglo XIX, hasta el siglo XXI. Eso aumenta la responsabilidad de los bancos en lo que se refiere a sus prácticas.
El Santander prevé captar 9 millones de clientes con esta ofensiva y BBVA espera conseguir 7 millones. Estas cifras revelan un importante impacto social. Cada una de las nuevas sucursales lleva aparejada al negocio la pedagogía de una nueva forma de entender las gestiones económicas, a empresas o a particulares. No en vano estos planes tienen como meta aumentar el peso del negocio en créditos a clientes y a pymes.
Pero este refuerzo de la base de clientes tendrá más eficacia si se hace paralelamente a la política de remesas. Está constatado que son un catalizador del desarrollo de los países receptores, y el Gobierno, la AEB y la CECA ya trabajan en un proyecto para fomentar los créditos a los receptores de remesas. Un buen camino en los dos sentidos: para los bancos se amplía el negocio y para los países se ponen bases necesarias para el desarrollo. Y también una labor y un negocio de los que no hay razón para que estén excluidas las cajas de ahorros, especialmente las de mayor capacidad.