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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las recetas del gobernador

La expectación ante el discurso del gobernador del Banco de España con motivo de su informe anual no se ha visto defraudada. Cuando aún falta un mes para el primer año de su mandato, Miguel Ángel Fernández Ordóñez ya ha ido dejando suficientes señales de su análisis sobre la economía española, pero ahora es la primera vez que ofrece el retrato completo. Y su diagnóstico, positivo y hasta optimista, es todo menos complaciente. De hecho, se resume así: 'Deberíamos evitar la complacencia'.

El gobernador ve la relajación de las condiciones financieras y la intensa inmigración como los dos factores que más han impulsado el crecimiento los últimos años. No obstante, ante el actual endurecimiento de las primeras, descarta riesgos graves y ve más adecuado para la economía española el nuevo escenario.

El dinamismo es superior hoy al previsto hace un año por el impulso de las ventas exteriores gracias a la recuperación de la zona euro. Así que, según el gobernador, las perspectivas optimistas continúan, pero con más equilibrio entre gasto interno y exportaciones. Se dan las condiciones para proyectar ese dinamismo al futuro, aunque, hay que advertirlo, no está exento de riesgos. Y las advertencias de Fernández Ordóñez son tan nítidas como sus recetas.

Entre las primeras, la baja competitividad por el diferencial de inflación, reflejada en un abultado déficit por cuenta corriente que, de prolongarse, puede dañar el crecimiento del PIB; una escasa productividad como contrapunto de la inmigración, y un notable componente en los ingresos de las cuentas públicas, el sector inmobiliario, en claro receso. En el apartado de las recetas, ha sido igual de claro: urge más competencia en sectores clave; avanzar en privatizaciones; más reforma laboral -con costes de despido más bajos y menor rigidez en la negociación colectiva-; políticas para promover la productividad; un sistema educativo más acorde a la demanda; mejoras en la innovación; avanzar en la desaceleración del gasto y del endeudamiento de las empresas y de las familias y, en fin, aplicar 'un ritmo más resuelto' al Plan Nacional de Reformas. Todo esto para corregir los desequilibrios aumentados en la larga etapa de expansión. Lo que se dice, el dedo en la llaga.

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