Sorpresa Santander
Somos gatitos ciegos. Cualquiera hubiera pensado que las mejores inversiones son las inmobiliarias, las que más se revalorizan, las más indestructibles, las que ofrecen un coeficiente de oscilación más pequeño. Entonces, llega el Banco Santander y decide poner en venta, por 4.000 millones de euros, todos sus inmuebles en España. En ese todos se incluye la nueva Ciudad Financiera de Boadilla del Monte (Madrid), construida a medida, donde se habían concentrado los servicios centrales del banco sobre un esquema autárquico desconcertante, que parecía remedar una gigantesca casa cuartel o mejor, una base militar de esas que conocemos en Estados Unidos.
En adelante, Botín renuncia a la propiedad de 44 edificios y de 1.200 oficinas -sólo quedará al margen la sede histórica de la ciudad de Santander- y se apunta al régimen de inquilino, que tan precario, indeseable y deshonroso nos venía pareciendo.
Así que cuando los españoles pensaban haber dado un salto cualitativo y andaban orgullosos de ser propietarios de sus viviendas, aunque hubiera sido a costa de endeudarse hasta las cejas, salta de pronto el Banco Santander para darles la sorpresa y optar por el alquiler como sistema más ventajoso y además fiscalmente deducible. Ahora que habíamos adoptado una nueva definición del español en términos de 'ciudadano que se muere como propietario de su vivienda o al menos habiendo iniciado el pago de las letras o de la hipoteca inscrita en el Registro de la Propiedad', viene el más despejado de todos ellos, Emilio Botín, cambia de circuito y deja a sus compatriotas descolocados corriendo en un circuito obsoleto.
Emilio Botín se apunta ahora al régimen de inquilino, que tan precario, indeseable y deshonroso nos venía pareciendo
Si una decisión de tanto calado hubiera sido tomada por alguno de esos piratas que han ido de oca en oca y tiro porque me toca, sumando pelotazos oportunistas, tendríamos que someterla a toda clase de pruebas, incluida la del carbono 14. Pero la sorpresa de Emilio Botín es imposible situarla en la columna de las improvisaciones. Es seguro que deriva de una concepción bien meditada y que responde a parámetros de toda garantía. De hecho, la información que daba cuenta de esa venta del siglo la inscribía en la misma línea de otras decisiones análogas adoptadas por instituciones bancarias internacionales, como HSBC, Bank of America, JPMorgan, UBS o Dresdner Bank, de primerísimo nivel.
Enseguida vendrán los analistas de la Bolsa a ensalzar la visión de la jugada que acaba de demostrar el primer banco español en trance de presentar la oferta sobre el banco holandés ABN Amro, junto con Royal Bank of Scotland y Fortis Bank. Apuesto a que los inversores estarán ya premiando tanta audacia y que las cotizaciones del Santander serán impulsadas al alza. La jugada estaba a la vista de todos pero sólo el Santander ha sabido verla y llevarla a la práctica. Según fuentes del banco, los compradores de todos los inmuebles serán fondos de inversión, grandes inmobiliarias, firmas de seguros y otros grandes inversores institucionales. Es decir, que se han descartado candidatos de los señalados como de dudoso cobro.
Se trata de la mayor operación inmobiliaria de la historia empresarial, según señalaba el miércoles en su primera página el diario El País al adelantar la noticia. Y también esa dimensión confirma que la fortuna ayuda a los audaces. Porque conforme a pautas más convencionales podría pensarse que la simultaneidad redundaría en disminución de los precios posibles y por tanto de las plusvalías calculadas en 1.400 millones de euros. Un asesor al uso la hubiera desaconsejado, por la misma razón que los precios posibles de obtener por la venta de los cuadros de una colección si se hace uno por uno son mayores que si se pone toda ella en venta al mismo tiempo.
En definitiva, queridos propietarios de viviendas, empiecen a reflexionar sobre la equivocación en que se han instalado y atiendan al sistema de alquiler que promueve sin ser oída la ministra de la Vivienda, María Antonia Trujillo.
Miguel Ángel Aguilar. Periodista