Una autopista demasiado lenta
En un mundo global e intercomunicado, que un documento recorre en segundos, es inadmisible que el acceso a las ciudades se demore horas enteras por falta de infraestructuras y planificación. Esto se traduce en un grave coste en tiempo y dinero para los ciudadanos, y en el caso de las empresas es además origen de ineficiencias que inciden negativamente sobre la competitividad. Por esa razón es, en general, una buena noticia cualquier avance en las infraestructuras viarias.
Es el caso de la nueva autopista R-1 de Madrid, que el Ministerio de Fomento se dispone a licitar para duplicar una de las vías de acceso a la capital más congestionadas, la A-1 (Madrid-Burgos). æpermil;sta es, junto a la A-6 (Madrid-La Coruña), la única gran autovía sin alternativa de peaje. Pero mientras en ésta se ha hecho una importante ampliación, la entrada en Madrid por la A-1 sigue siendo un cuello de botella en el que la movilidad se ha convertido en una sería preocupación.
El considerable retraso en la licitación de la R-1 se debe casi exclusivamente a un estruendoso enfrentamiento entre la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento. Un conflicto de competencias que incluye también discrepancias sobre el nuevo anillo de circunvalación de Madrid M-50, y cuyo resultado final es el perjuicio para los ciudadanos y para la actividad de las empresas.
En este contexto, la Comunidad de Madrid ya ha iniciado algunos estudios sobre la obra que ahora licitará Fomento. Sería un homenaje al absurdo que no se aprovechasen los trabajos realizados por ambas Administraciones por el mero hecho de que lo haya acometido la otra. Los responsables del actual Ministerio de Fomento nunca han ocultado su renuencia hacia los peajes. Postura admisible y defendible . Sin embargo, la filosofía de pago por uso, recomendada desde la Comisión Europea, es coherente con la necesaria mejora de muchas infraestructuras. Siempre que existan vía alternativas, como es el caso, un peaje moderado está justificado si resuelve un problema.