Un compromiso para salvar la Tierra
La Tierra está hoy un poco más a salvo que ayer del efecto dañino de las emisiones de gases tóxicos de sus moradores. Pese a la resistencia de EE UU, la tenacidad negociadora de Angela Merkel en la cumbre del G-8, celebrada en la ciudad alemana de Heiligendamm, ha arrancado un compromiso para reducir las emisiones contaminantes a la mitad en 2050. El compromiso no pasa de un acuerdo verbal en el que los plazos y las cuotas de emisiones permitidas a cada uno están en el aire. Pero cuenta con un aval político y una visibilidad pública tales que sería muy difícil explicar una marcha atrás. De hecho, el Consejo de Ministros de Medio Ambiente a celebrar en Bali en diciembre tiene previsto comenzar a establecer los deberes para cada uno de los afectados.
Nada hay firmado, pero la capacidad de los miembros europeos del G-8 fue determinante para inclinar la balanza a favor del compromiso, atrayendo a sus deseos la convicción de Japón, Canadá y Rusia. EE UU resiste, pero está obligado a ceder. Es cuestión de meses, a la sumo de años, que ponga todo el peso de su influencia internacional en el empeño de controlar las emisiones, ya que 25 Estados de la Unión se han desmarcado ya de la pasividad de Washington para ponerse a la vanguardia de la defensa del medio ambiente.
España, por su parte, camina entre los países más comprometidos con la causa de la UE. Como anunció ayer la ministra Cristina Narbona en el Foro Cinco Días, el Gobierno prepara un plan de choque de ahorro energético que acompañe a los proyectos ya en marcha para elevar la capacidad de producción de energía verde. La iniciativa cuenta con todos los avales medioambientales. La gran duda es si esta loable apuesta es sostenible por su coste. El presidente del Gobierno mantiene su compromiso de reducir la aportación nuclear al suministro energético. Pero no estaría de más abrir un debate serio que analice todas las variables y dé las respuestas precisas sobre si la energía nuclear puede jugar un papel en la lucha contra el cambio climático.