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Crónica de Manhattan

La 'conversión verde' de Bush

La presión internacional, el Oscar de Hollywood a Al Gore, los compromisos de las empresas en los primeros puestos del Fortune 500, las altas ventas de coches por parte de Toyota (a costa de los menos eficientes de Detroit), el panel intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU, el Tribunal Supremo y la victoria de los demócratas en el Congreso en 2007.

La lista, que podría ser más larga, incluye solo algunos de los frentes desde los que se ejerce presión a la Casa Blanca para que reaccione y ponga coto a la parte que le toca del calentamiento global. El cambio climático es un fenómeno al que la administración de Bush, que no ha firmado el protocolo de Kioto, ya no se puede resistir más.

El problema es que los pasos que da en este sentido suelen ser muy pequeños y muy tímidos por más que estén acompañados de grandes declaraciones.

Es el caso de la propuesta que la semana pasada presentó como iniciativa internacional para debatir con sus socios del G-8 esta semana en Alemania. Bush avanzó que presentará un plan que contempla una ronda de negociaciones, cuyo comienzo está previsto en otoño, con las 15 mayores economías del mundo (incluidas, Brasil, India y China) para fijar objetivos globales de recortes de emisiones de los gases que provocan el efecto invernadero.

Lo más relevante de la propuesta es la aceptación de objetivos globales de reducción de emisiones, algo a lo que se ha opuesto en el pasado, y un desarme arancelario que favorezca el desarrollo de nuevas tecnologías medioambientales. Pero, en el otro lado, el plan ni cuantifica las reducciones ni establece un calendario específico, lo que no es más que volver a ignorar las líneas sentadas por Kioto.

No obstante, con esta iniciativa EE UU no llega de vacío a la reunión del G8 y puede aportar algo en este área después de haber desestimado el plan alemán (apoyado por el Reino Unido y Japón) de reducir las emisiones a la mitad de las de 1990 en el año 2050.

Queda por ver cuál será la respuesta de las demás potencias al plan de Bush. Es el problema de estos pasos titubeantes por parte de quien se quiere erigir como líder, ya que ponen en peligro la marcha del resto del grupo, que en este sentido empezó a trabajar años antes de la 'conversión' de Bush a la causa verde.

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