Llega la locomotora alemana
El poderío económico alemán tiene importantes representantes en España. Durante los últimos meses, sin embargo, se han producido acontecimientos que podrían hacer creer que los mercados españoles tienden a atragantarse ante la perspectiva de la entrada de cualquiera de las grandes corporaciones de este coloso del norte. Así, se preveían, incluso se deseaban, significativas operaciones germanas en sectores tales como la energía, la aviación, o las telecos. Pero, por unas razones o por otras, no han terminado de concretarse.
Finalmente la locomotora económica germana ha llegado, pero su vía de entrada se ha situado donde menos se la esperaba.
La toma de posiciones de la operadora púbica alemana DB en el principal grupo privado de transporte de mercancías por tren que existe en España, Transfesa, ha cogido desprevenido al sector nacional. La más que probable compra del 60% de las acciones en manos de la familia Fernández, se inscribe en el proceso de liberalización de los transportes de carga por tren que ha impulsado desde hace dos años la Unión Europea.
Pero mientras que algunos países como Alemania o Finlandia se han tomado en serio la tarea de adaptar su sistema ferroviario para mercancías a los retos de la competencia, en España la Administración y el sector privado se han tomado las cosas con una gran dosis de tranquilidad. En Alemania la filial de la DB para carga, cuya marca es Railion, adquiría a las principales empresas de dos países vecinos, Dinamarca y Holanda. Entre tanto, en la red española ha sido necesario esperar hasta hace un par de meses para que dos compañías privadas, Continental Rail y Acciona Rail, arranquen con unos tímidos tráficos mineros en Asturias y entre Madrid y Valencia.
El objetivo de la compra en España del gigante alemán, DB, no ha estado mal elegido. Transfesa es una ave rara en el panorama ferroviario europeo de las últimas siete dedadas. Su estructura empresarial dominada por dinero privado, contrasta con las empresas publicas mastodónticas cargadas de funcionarios que apenas han comenzado a reaccionar hace 20 años cuando el medio de transporte que monopolizaban, el tren, había quedado convertido en una caricatura de lo que fue, doblegado ante el impuso del avión y el tráfico rodado.
En este contexto, Transfesa, con 290 millones de facturación y 1.000 empleados, ha sido un extraño operador privado de vagones de carga que, en alianza con Renfe, han sabido sobrevivir rodeado de empresas públicas, para finalmente convertirse en un adelantado de los tiempos de desregulación que necesariamente habían de llegar al mundo del tren.
La liberalización de los tráficos de carga en la UE llega en un momento en el que, tal vez por el propio impulso de la competencia, se aprecia una recuperación de la actividad y de la cuota de mercado.
Los operadores ferroviarios europeos aumentaron su volumen de carga en 2006 en un 4,3% hasta totalizar 1.405 millones de toneladas transportadas. Esta cifra contrata con la caída del 3,5% de 2005, en relación con el ejercicio precedente.
En este contexto destaca el incremento de un 12% en el volumen de negocio de la DB, de un 13,7% de la luxemburguesa CFL y de un 7% de la finlandesa VR. Las cinco mayores empresas del sector europeo (DB-Railion, la polaca PKP, la francesa SNCF, los operadores privados británicos y la austriaca OBB) transportan el 54,13% de la carga por tren en la UE.
La evolución positiva del negocio en el continente también ha tenido efectos contagiosos en España.
Renfe, después de una década de insistente caída, ha logrado invertir la tendencia y ha aumentado un 0,7% sus tráficos si lo comparamos con la cifra de 2005, con 24,9 millones de toneladas.