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Crónica de Manhattan

Una escapada muy cara

Hoy es Memorial Day, un día de fiesta que oficiosamente marca el principio del verano. La previsión meteorológica es buena y muchos americanos harán lo mismo que en años anteriores: ir en coche a una playa, un parque temático o cualquier lugar donde disfrutar de un fin de semana de tres días. Otra previsión indica que este año el impacto de la escapada en el bolsillo va a ser muy memorable. ¿El culpable? La gasolina.

El precio no deja de subir. El jueves se llegó al récord histórico de 3,227 dólares el galón (3,78 litros). Desde marzo de 1981, los conductores de EE UU no habían pagado tanto por el combustible. Entonces, el galón costaba 1,42 dólares, que hoy, ajustados a la inflación, serían 3,29, según el Departamento de Energía.

De acuerdo con el Servicio de Información de Precios del Petróleo, el gasto diario en gasolina es de cerca de 1.250 millones actualmente, cuando en febrero era 800 millones.

Donde también hubo registros históricos fue en las entradas en las páginas de internet en las que se da cuenta de los precios en los surtidores de distintos puntos del país, porque, pese a todo, parece que pocos tenían planes de quedarse en casa el fin de semana Y eso a pesar de que, según una encuesta de AP Ipsos, el 46% esperaba que el precio les causara problemas monetarios (el año pasado era el 30%).

De momento, la demanda de gasolina es un 2% mayor que en el mismo periodo del año pasado (¿alguien dijo que EE UU era adicto al petróleo?).

Lo que puede ocurrir es que estos precios sigan así durante meses, justo ahora que empieza la llamada 'temporada de conducción' y que dura todo el verano. La semana pasada las autoridades del Departamento de Energía dijeron que calculaban que junio no fuera muy distinto a mayo, porque el motivo por el que los precios se han disparado no va a cambiar rápidamente.

Y esta vez no es porque el petróleo esté irregularmente disparado o haya tensión en la oferta. La causa está en la propia gasolina.

EE UU importa, sobre todo en Europa, el 14% de la gasolina que consume, y estas compras están a la baja. Además, últimamente ha habido parones técnicos en las refinerías nacionales, por lo que los inventarios siguen bajando. La demanda es tan alta y la oferta tan ajustada, que los parones en una planta de Tejas y otra de Luisiana la semana pasada fueron suficientes para seguir alimentando el alza de precios en el surtidor.

Y no hay muchos planes de abrir nuevas refinerías. La política de potenciación del etanol (un biocombustible) por parte de la Casa Blanca ha disuadido a las empresas de refino a ampliar su capacidad, según The New York Times.

El problema es que todo esto impacta al consumidor americano, ese gran motor de la economía y las exportaciones europeas y asiáticas. Según las asociaciones de consumidores, el año pasado los hogares pagaron por combustible un 78% más que en 2001, cuando sus sueldos no han subido en semejante porcentaje. Y eso es un dinero que no se dedicará a otras compras. La subida del precio de la gasolina es inoportuna porque, justo ahora que los precios de las viviendas están pinchando, los consumidores se sienten más vulnerables.

Aunque los planes de este fin de semana hayan sido inamovibles, los comercios, muchos de ellos en centros comerciales a las afueras de las ciudades, ya notan negativamente el precio de la gasolina en sus cuentas.

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