Por favor, contraten a los bomberos
Otra edición más de ExpoManagement, la gran feria de la alta dirección donde se reúnen cada año más de 2.000 ejecutivos y se generan ideas que luego marcaran tendencia. Nada que objetar a la idea, pero si a los planteamientos tan repetitivos que se producen de año en año. Porque lo que se pide a un acontecimiento de este tipo es, precisamente, sorpresa, temas interesantes y novedosos, sobre los cuales hablaremos en los próximos meses.
Hay gente que le echa imaginación y llega con propuestas novedosas, sobre todo para atraer visitantes a su stand. Y lo consiguen. Por ejemplo, el equipo de Training Lab cada edición innova, y un año monta un café, al siguiente una heladería, y esta semana convirtió su expositor en una pseudofarmacia, donde expendía, previa receta médica, unas pastillas para estimular equipos, fomentar el sentido del humor o desarrollar liderazgos. Todo esto se combinaba con una emisora de radio.
Hubo otros, como la consultora Actúa, que animaron con un coro de gospel, una actuación de psicoballet o una sesión de percusión. Innovar o morirse. Porque pasear entre otras casetas, donde sólo había azafatas que no atraían con ningún reclamo a los asistentes, era un aburrimiento. Como también lo fue comprobar que año tras año, y no sólo me refiero a ExpoManagement, se recurre a deportistas para hablar de la adversidad o de los retos profesionales. Creo que es una moda ya caduca. Pasó el tiempo en el que el deportista de turno contaba su dura experiencia para superarse a sí mismo y conseguir el éxito. Fue una innovación, pero ya está caduca. A mí me aburre soberanamente escuchar, con el mérito que tienen sus logros deportivos, a Theresa Zabell explicar cosas como que 'no hay viento favorable para el que no sabe a dónde va', o a Araceli Segarrra contar cómo manejó la adversidad en su escalada hacia el Everest.
El tema es interesante, pero creo que deberían encontrarse, y para ello están los consultores, para marcar tendencia, otros protagonistas que cuenten cómo viven y manejan cada día esos momentos adversos. Y los hay, claro que los hay. Les aseguro que podrían tener lleno absoluto si contratan a un obrero de la construcción para que relate lo duro que es subirse a un andamio. O al cuerpo de bomberos, esperando la llamada que les conduzca a resolver un incidente. Eso también es adversidad e incertidumbre.