Rapiña hasta en el cementerio por el alto precio de los metales
Los altos precios alcanzados por algunas materias primas hacen que ni siquiera los cementerios se libren ya de los ladrones de metal. Después de convertirse en el azote de compañías de construcción, de energía y de telecomunicaciones, las mafias del cobre han osado ultrajar 118 tumbas en un elegante cementerio de Bruselas para robar los objetos de metal que ornaban los mausoleos.
'Buscaban el bronce', confirmó a este diario Christian de Connick, portavoz de la policía local de Bruselas-Ixelles. De Connick descarta, por tanto, que se trate de simple 'vandalismo' y subraya que la investigación, que aún no ha dado lugar a ninguna detención, se centra en las bandas que asuelan lugares públicos y privados a la búsqueda del preciado metal.
En los últimos meses, la cotización del cobre se ha disparado (ha superado los ocho dólares por tonelada) alimentada por la insaciable demanda de países emergentes, especialmente en China, y de nuevas tecnologías como la producción eólica de energía o las conexiones de ADSL a internet.
Los saqueadores buscan nuevos lugares donde actuar, animados por el elevado precio alcanzado por materiales como el cobre
A rebufo de esa revalorización se han multiplicado en casi toda Europa los casos de saqueo de instalaciones o infraestructuras donde el cobre es un elemento fundamental. Desde el tendido eléctrico hasta las placas honoríficas han sufrido el implacable acoso.
Ahora, el asalto a uno de los 10 cementerios de Bruselas delata que la rapiña del metal continúa buscando nuevos lugares donde cebarse. Y la desaparición de crucifijos y vasijas muestra que la reventa del cobre genera suficientes beneficios como para que compense fundir unos objetos en teoría más valiosos que la aleación con la que estaban fabricados.
En España, afortunadamente, no se ha producido ningún caso similar, según han asegurado fuentes policiales y de Funespaña, gestora de servicios funerarios en 38 municipios españoles. Un portavoz de la empresa explica que en España la mayoría de los adornos son de mármol o son de metales muy pobres, por lo que no aparece el problema de robos.
Bélgica no ha tenido tanta suerte. Y el expolio de las tumbas ha herido especialmente la sensibilidad del país, porque se ha producido en el cementerio donde se encuentran los restos de algunos de los personajes nacionales más importantes de los últimos 100 años. Allí se encuentran enterados desde el arquitecto Víctor Horra hasta el pintor surrealista Marcel Broodhaerts. Y entre las tumbas profanadas figura la del antiguo primer ministro Paul Vanden Boeynants (fallecido en 2001), según reveló el mes pasado un diario local.
Los asaltos se produjeron, al parecer, durante dos fines de semana, en la noche del sábado al domingo. La prensa belga calcula que el robo reportó a sus autores alrededor de una tonelada de metal.
Un paseo por el recinto permite descubrir inquietantes ausencias en la decoración de algunas tumbas, probables víctimas del reciente pillaje a la caza de metales ahora valiosos. Así como comprobar la abundancia de metal en un camposanto que alberga los monumentos a los soldados belgas caídos durante las guerras mundiales del siglo pasado. A la salida, un cartel prohíbe abandonar el cementerio con flores. Una precaución que a la vista de los recientes saqueos suena más inocente que nunca.