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CincoSentidos

La presión popular aleja a Wall Street de Darfur

Arropada en vivos colores, una joven africana lee trabajosamente una carta en inglés. Su rostro carece de expresión y parece no entender lo que lee. Es una carta de Fidelity escrita en octubre de 2006 en la que se explica que sólo contemplan consideraciones económicas cuando deciden invertir.

Es un anuncio de televisión ya familiar en EE UU gracias a la coalición de organizaciones Save Darfur, que ha unido a gente de distintas religiones, razas y afinidades políticas y que está promocionando la campaña. Más de 35.000 donaciones en 2006 han hecho fuerte a este grupo, en el que trabajan 30 personas que están ampliando contactos en el extranjero.

Formado en 2004, es uno de los movimientos más populares y más fuertes de EE UU. Y no sólo gracias a que famosos como los actores George Clooney, Mia Farrow o Don Cheadle se hayan alineado con ellos, sino porque como dice su portavoz Allyn Brooks-La Sure, 'es una cuestión que preocupa a los americanos que quieren el fin de las matanzas'. Se calcula que entre 200.000 y 400.000 personas han perecido a manos de militares y milicias de Sudán. Bush ha calificado la situación de genocidio.

Save Darfur considera que el momento 'para la diplomacia se ha acabado' y aboga por una misión de paz ('no una intervención militar', precisa la portavoz) y sanciones de la ONU. Recientemente puso en marcha la campaña Desinvertir en Darfur, que pretende evitar que los ahorros y las pensiones de los americanos lleguen al régimen de Sudán y que Wall Street financie a las milicias. Es un bloqueo selectivo cuyo principal objetivo es la industria petrolera, que usa el 70% de sus beneficios para financiar la limpieza étnica.

Salvo las humanitarias, las inversiones directas en Sudán están prohibidas para empresas de EE UU pero es posible invertir en el capital de extranjeras con actividades en ese país. Save Darfur dirige su campaña hacia los inversores de PetroChina, una compañía que, alegan, es filial de China National Petroleum Corporation (CNPC), el mayor inversor en Sudán.

Fidelity, con un 5% de esta empresa, se ha resistido a desinvertir, lo que ha provocado una fuerte respuesta desde Save Darfur con manifestaciones a la puerta de su sede de Nueva York. 'No hemos podido ni reunirnos con ellos', aseguraba Brooks-La Sure el pasado martes. El miércoles una comunicación a la SEC revelaba que Fidelity había deshecho sus posiciones en un 90%, sin explicar la razón.

El otro objetivo es Warren Buffett, que a través de Berkshire Hathaway tiene 2.500 millones de acciones de PetroChina. 'Buffett fue muy cortés al comentar la cuestión en su junta y nos permitió hablar de ello con los accionistas a continuación', dice el portavoz.

Pero Buffett no quiere desinvertir en la petrolera porque no ve la relación con CNPC y porque cree que si China se fuera, algo improbable dada su necesidad de crudo, tendría que vender sus activos al Gobierno de Jartum, que lo seguiría explotando. 'Vamos a seguir dialogando con él', asegura Brooks-La Sure. El objetivo de las empresas chinas es doblemente efectivo porque este país, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, ha diluido muchas de las decisiones contra Sudán.

El caso de Buffett es un revés pero 42 universidades, entre ellas Harvard, California y Yale, han restringido sus inversiones en empresas con operaciones en Sudán. Ocho estados han hecho lo mismo con sus fondos de pensiones y 19 más lo están considerando, aunque algunos de los gestores protestan porque dicen que su misión es dar rendimiento al accionista.

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