Incógnitas energéticas
El aumento de la participación del grupo Suez en Gas Natural hasta el 9,95% -con intención de llegar al 11,3% si obtiene el plácet necesario de la CNE para superar el 10%- sugiere dos reflexiones inmediatas y plantea una incógnita. La primera reflexión es que la larguísima batalla por el control de Endesa, aún por finalizar con la opa de Enel y Acciona, sólo ha sido una primera fase en la reordenación del sector energético español, en el que se dibujan nuevos movimientos incluso antes de completarse la operación inicial. La segunda, que este proceso se va a enmarcar en otro más amplio, de carácter continental, en el que los principales actores serán los grandes grupos europeos. La incógnita es el papel que jugarán las empresas españolas, y en especial el grupo Repsol, controlado por Sacyr y La Caixa, y principal accionista de Gas Natural junto con la caja catalana.
La relación de Suez con el entorno industrial de La Caixa viene de largo. Entre otras participaciones, a través del holding Hisusa, en el que Suez es mayoritario, controlan el Grupo Agbar. Por eso suena lógico que el grupo franco-belga tome posiciones de la mano del español en la partida que se avecina. Su explicación sobre la decisión anunciada ayer va en esa línea: la participación en Gas Natural tiene una 'visión a largo plazo' y se enmarca dentro de la estrategia del grupo de lograr una 'expansión dinámica' en los mercados de la energía y el medio ambiente en Europa. En este punto conviene recordar que Suez está en pleno proceso de fusión con la pública Gaz de France, una iniciativa con altas dosis de patriotismo económico acometida para eludir a la italiana Enel. Y no hay señales de que el presidente electo de Francia, Nicolas Sarkozy, vaya a romper con una política tan preciada por los franceses.
Ante los movimientos que se adivinan en el horizonte, muchos de carácter transnacional, resulta obligado insistir en la necesidad de transparencia en las operaciones tanto como en la exigencia de la poco vista neutralidad de las autoridades. Y esto es perfectamente compatible con el deseo de que las empresas españolas asuman un papel de máximo protagonismo, y no de meras comparsas en la reordenación energética europea.