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Tribuna
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Batasuna y la falsedad en un candidato

La actitud y comportamiento de Batasuna para evadir la Ley de Partidos, recurriendo a introducir su gente en las listas de otras agrupaciones electorales, en vez de sencillamente manifestar su renuncia a la violencia y jugar limpio en el campo democrático, nos recuerda al comportamiento (afortunadamente esporádico) de algún que otro candidato en la entrevista de selección. La gama de conductas empieza en el simple disimulo, pasa por la omisión de la verdad y llega hasta la mentira deliberada.

No hace falta ser demasiado inteligente para poder detectar el disimulo o falta de autenticidad en un candidato, o en cualquier persona, a lo largo de una entrevista. Para ello, hay que prestar tanta atención a la música como a la letra y ver si ambas encajan y se acompañan bien o, por el contrario, notar si hay disonancias entre la melodía y la partitura. Más que inteligencia, basta un poco de sensibilidad. Paradójicamente, la mentira grande es más fácil de detectar que las mentirijillas.

Hay un primer tipo de candidatos disimulados que, con mayor o menor precisión, nos describen su carrera, pero reservan cuidadosamente sus opiniones, esperando las nuestras, para compartirlas y obtener así nuestra aceptación. No se muestran como son, y ello se nota a lo largo de la entrevista. Buscando aceptación esperan pasar la barrera de los requisitos, pero no superan la de la credibilidad y confianza, y derriban el listón.

Un segundo tipo de candidatos, tipo estrella, describe su carrera con un mensaje, música y estribillo que no cesan de cantar lo excelentes que son y por qué, evidentemente, deberíamos seleccionarlos. Su descripción viene con tanto aderezo empalagoso que dificulta distinguir cuál es el auténtico sabor de la materia prima. Es frecuente que su historial presente algún agujero negro u omisión deliberada, no difícil de identificar, y que les descalifica.

Un tercer tipo de candidatos (muy pocos, pero existen) a veces ocultan información relevante y hasta llegan a falsear parte del currículo. Sin entrar en detalles, también se detecta, salvo algún caso de auténtico experto que al final es descubierto.

Finalmente (y es ¡por fin! la mayoría), hay candidatos que describen su carrera, su vida y su visión del trabajo, las cosas y las personas de forma natural y espontánea, sin esperar a palpar nuestras opiniones para dar las suyas y sin buscar ante todo nuestra aceptación. Su partitura es coherente con su letra y música. Son éstas las personas con quienes vale la pena seguir explorando su candidatura a lo largo de la entrevista.

En ese desdichado espectro que va desde el disimulo hasta la falsedad y la mentira, con mucha diferencia, Batasuna concentra lo peor de los tres tipos de malos candidatos. Como el primer grupo, no se muestran como auténticamente son y buscan disimuladamente la aceptación y legalización por otros vericuetos donde seguir emboscados. Como el segundo grupo, proclaman sus altos valores democráticos y reclaman sus derechos a ser admitidos en el marco legal de las elecciones, falseando la realidad. Finalmente, como el tercer grupo, ocultan la verdad y mienten.

Hay también tres paradigmas en selección que a veces olvidamos y que son muy importantes. El primero es que la conducta en el pasado predice la conducta en el futuro. El segundo es que lo que parece ser, frecuentemente lo es, y dos indicios son una prueba. Y el tercero es que la mentira descalifica al candidato. Por desgracia para ella, Batasuna sale malparada en cada uno.

Por eso, cuando Batasuna es invitada a que sea creíble por un camino tan simple y transparente como el de rechazar la violencia y así participar democráticamente en las elecciones, ni quiere ni quizá puede, porque su adhesión al terrorismo es lo que hasta ahora la ha alimentado y de lo que vive.

En definitiva, si los candidatos disimulados artificiales, los estrellas prepotentes y los falsificadores mentirosos buscan colarse, cada uno a su manera, como en la canción, Batasuna lo hace de forma perversa: esquiva el marco legal, lanza amenazas si no se acepta su juego y trata así de burlar la democracia, sin rechazar la violencia y mintiendo. Pretenden de esta forma no sólo seguir en su práctica artera de engañar a los ciudadanos, sino que, además, sean éstos quienes, mediante elecciones democráticas, financien nuevamente sus desmanes y fechorías. Como los malos candidatos, no pueden superar la entrevista de selección.

José Medina. Presidente de Ray & Berndtson

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