El ocaso de Chrysler
Daimler se propuso marcar todo un hito en la industria de la automoción cuando en 1998 se fusionó con Chrysler Corporation. Nueve años después, escribe otro capítulo de la historia con la venta de la división estadounidense al fondo de capital riesgo Cerberus. Que un icono de la industria manufacturera como DaimlerChrysler, quinto fabricante automovilístico del mundo, tenga que recurrir al capital riesgo e incluso ponga dinero para desprenderse de su filial estadounidense, después de un sinfín de reestructuraciones que no han servido para reflotar el grupo, es todo un símbolo del declive de la industria del motor en Estados Unidos. Lo es también del auge del capital riesgo. Su influencia creciente convierte a estos actores en protagonistas del panorama corporativo actual. Pero su labor aún despierta recelos. La exigencia de mayor transparencia en sus inversiones puede ser la manera de empezar a vencerlos.