'El Código Olivencia fue más liberal que el Conthe'
Es uno de los padres del buen gobierno en España. Una década después del Código Olivencia, que elaboró una comisión presidida por este jurista andaluz, el buen gobierno mantiene todo el protagonismo gracias a que, en su opinión, aquél fue 'una lluvia fina que con el tiempo ha ido calando'
Su apellido es sinónimo de buen gobierno. No en vano el primer código de gobierno corporativo que se adoptó en España fue el Olivencia, 'y eso imprime carácter', reconoce el propio Manuel Olivencia, que declara su orgullo por ser discípulo de Joaquín Garrigues: 'Eso sí que marca'.
Este es el último ejercicio en el que las empresas están elaborando sus informes de buen gobierno haciendo referencia al Código Olivencia y al Informe Aldama, ¿cuál es su opinión sobre la situación del buen gobierno en este momento en España?
Está en evolución. Pero hay algunos aspectos en los que se ha mejorado. En otros no. Pero lo verdaderamente importante es que el proceso que empezó con nuestro informe, el Olivencia, no se interrumpa. Esa fue la puesta en marcha de algo que no se ha interrumpido y eso es lo verdaderamente importante. El Código Olivencia fue una lluvia fina que, con el tiempo, ha ido calando.
¿Hay muchas diferencias entre el código Olivencia y el Conthe?
Nuestro código fue más liberal debido a la composición de la propia comisión que fue nombrada por el Gobierno pero con personalidades de la vida privada, de la Universidad y la empresa, mientras que la del Conthe ha sido paritaria del sector público y privado, lo cual les resta carácter libre a las recomendaciones. Además, el Conthe es más coercitivo que nuestro código, que sólo incluyó recomendaciones a los consejos de administración y en el Conthe hay también recomendaciones al Legislador. En el Aldama también las hubo y algunas de ellas pasaron a ser mandato imperativo en la Ley de Transparencia. Y además, formalmente, nuestro código estaba mejor escrito.
¿Y tuvo mejor acogida entre las empresas el Código Olivencia que el Unificado?
No estuvo exento de críticas. Se habló de que era una intromisión del sector público en forma de recomendaciones, que eso significaba al tiempo vigilancia y nuevas actuaciones del órgano supervisor. Otros consideraron que el código era insuficiente. Siempre ha habido polémica. Y luego llegó el Informe Aldama, que sí hizo recomendaciones regulatorias que se tradujeron en la Ley de Transparencia y en la obligación de que las empresas informaran sobre lo que estaban haciendo. Esa fue una aportación muy importante, como también la de que al menos la comisión de auditoría fuera obligatoria junto al refuerzo de los deberes de los administradores.
¿Cree que le falta algo al Código Unificado?
No sé. Me acuerdo más de lo que sobra que no de lo que falta. Nuestro código era más sucinto y más ordenado también. El Conthe tiene demasiadas recomendaciones.
Pero los códigos no son inamovibles ¿no?
Claro. Fíjese, no han pasado diez años desde el nuestro y vaya si ha llovido. Eso pasa en todos los países. Después del Olivencia vino el Informe Aldama y luego toda la legislación en la materia, especialmente la Ley de Transparencia.
Un asunto que ustedes pusieron encima de la mesa y sobre el que se sigue debatiendo es el de las retribuciones de los consejeros.
Sí, pero se ha adelantado mucho, especialmente desde que el presidente de un gran banco dijo lo que cobraba. La transparencia de las retribuciones es algo que estaba en el código Olivencia, pero nosotros sabíamos que eso no podía imponerse de la noche a la mañana. Es una materia muy sensible, pero ¡cuánto se ha adelantado!
El ideal, desde luego, es la máxima transparencia. El sistema de retribuciones individualizada es mejor que el conjunto, que desvirtúa la verdad, porque la gente no sabe la diferencia salarial que hay entre un consejero independiente y un ejecutivo o un alto cargo. El debate sobre los sueldos se mantiene, pero en mejores condiciones que hace diez años.
¿Cree que los códigos de buen gobierno han contribuido a profesionalizar la figura del consejero?
Sí, y a hacer su labor más arriesgada. Hoy ser consejero es una profesión de riesgo, pero si se administra patrimonio ajeno se tiene que ser responsable.
¿Qué opina de que se recomiende reflejar la asistencia de los consejeros?
Es bueno. Pero asistir al consejo no debe convertirse en un sistema de mero devengo de dietas. Quien no cumpla que se vaya, porque como decía el profesor Garrigues, muchas veces los consejeros adoptan una postura reflexiva muy parecida al sueño.
¿Qué le parece el debate que se ha intensificado con el Código Unificado sobre el papel de los independientes y sobre quién puede o no serlo?
Es conveniente que existan. Y es necesario que cuando existan lo sean de verdad, pero creo que el Código Conthe se ha pasado en decir cómo no debe ser un independiente. Un código no puede imponer nada. Los requisitos para ser independiente debería haberse recogido en una circular de la CNMV, que tiene un respaldo jurídico.
¿Le hubiera gustado participar en las comisiones que han elaborado los códigos que siguieron al suyo?
No. Yo creo que ahí el relevo y la revisión eran necesarios. Y, sin embargo, sí creo que era importante que hubiera algún miembro que sirviera de correa de transmisión entre los códigos, como ha sido Cándido Paz Ares, que ha participado en las tres comisiones. Enrique Piñuel también estuvo en el primero y en el tercero. Era importante que hubiera alguien que pudiera decir, eso ya se trató en otro momento y se llegó a tal conclusión. Creo que Paz Ares en ese sentido ha hecho un gran trabajo.
Pero yo no hubiese querido estar. Tampoco me invitaron pero yo comprendí que cuando se hace una evaluación o seguimiento de algo o cuando se completan o se revisan unos trabajos que ha hecho uno no se debe estar ahí.
'La Ley Concursal funciona bien'
Olivencia forma y ha formado parte de un buen número de los grandes proyectos relacionados con la reforma de sociedades. Además del código que lleva su apellido trabaja en el proyecto de Código de Sociedades Mercantiles y fue uno de los grandes impulsores de la Ley Concursal.El futuro Código de Sociedades Mercantiles en el que usted trabaja influirá también en el buen gobierno?También. Sin duda. Ya han comenzado los trabajos y hay distintas ponencias. Yo creo que respecto al borrador anterior habrá que depurar lo referente a las sociedades cotizadas. Será un texto muy útil. Pero aún falta tiempo para que se presente. Como toda codificación es un trabajo muy delicado. De mucho tejer y destejer.De todos modos, usted es especialista en trabajos largos. Ahí está el ejemplo de la Ley Concursal, que durante décadas fue el eterno proyectoYo me incorporé a los trabajos de la Ley Concursal en 1956 en el Instituto de Estudios Políticos. ¡Si a don Joaquín Garrigues, que era el paradigma de la celeridad y la eficacia, le dicen que quedan 50 años para ver la reforma de la que él puso la primera piedra!¿Y qué opina de cómo ha quedado al final? Hay quien dice que los casos Fórum y Afinsa la han puesto contra las cuerdas. Yo creo que no. Yo estoy bastante contento con el resultado. Seguramente no hemos resuelto todos los problemas, pero los casos Fórum Filatélico y Afinsa son dos casos excepcionales.
'El arbitraje es ventajoso en el tráfico internacional'
El año pasado su bufete, Olivencia Ballester, se integró en Cuatrecasas. ¿Cómo se produjo la operación?Yo había querido siempre mantener un bufete muy de artesanía y de pocos abogados, pero cuando se crece, y nosotros estábamos en una veintena de abogados, el futuro es el de la integración. Tuvimos ofertas de grandes despachos y yo consideré indiscutiblemente que la más favorable era ésta, que además me permite mantener el nombre de Olivencia Ballester en Andalucía.Y ahora es vicepresidente de Cuatrecasas.Sí, llevo asuntos de contencioso y actúo como árbitro. El arbitraje cada vez se usa más, sobre todo entre grandes empresas y para el tráfico mercantil internacional porque hay aversión a las jurisdicciones nacionales y, sobre todo, al tiempo de duración de los procesos convencionales.