Acuerdo de mínimos en la cumbre transatlántica
El océano que separa a EE UU de la Unión Europea sigue siendo un inmenso espacio que se estrecha muy poco a poco. Las relaciones entre ambas potencias, responsables del 60% del PIB mundial, han mejorado tras tocar fondo en 2003, cuando Washington promovió e inició la guerra contra Irak, pero la cumbre anual bilateral celebrada este lunes mostró que muchos escollos se mantienen. Y la tarea de eliminarlos no es fácil ni siquiera cuando la presidencia rotatoria de la UE está en manos del político más cercano a EE UU (exceptuado Tony Blair), Angela Merkel. La canciller alemana y el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, cruzaron el Atlántico con el objetivo de acercar sus dos orillas. Y el resultado ha sido mixto.
En el lado positivo, ambas potencias celebraron el Acuerdo de Integración Económica Transatlántica, basado en una Iniciativa Económica de 2005 e impulsado por Merkel.
Se trata de un esfuerzo por desmantelar barreras no arancelarias (las arancelarias son casi testimoniales) y cuya existencia es una traba a una mayor globalización. Son barreras importantes para las empresas y los mercados financieros, en un momento en el que éstos no hacen más que acercarse a través de fusiones de empresas de uno y otro lado del Atlántico como la reciente del Euronext y la Bolsa de Nueva York o la compra del mercado de opciones de Nueva York (ISE) por la Deutsche Börse anunciada el lunes. Pese a este acercamiento empresarial tanto EE UU como la UE reconocen que hay considerables diferencias entre las estructuras financieras y regulaciones de los dos bloques y creen que deben ser eliminadas.
Las dos potencias siguen sin lograr sendos acuerdos para impulsar la ronda de Doha y la lucha contra el calentamiento global del planeta
Armonización contable
También se ha llegado al compromiso de 'minimizar las diferencias en la implementación del Acuerdo de Basilea II para la banca, acercar la convergencia en la regulación de reaseguros y trabajar en una mayor convergencia regulatoria de ambos mercados.
En este espíritu por promover la labor de las empresas, la UE y EE UU tienen abierto desde 2006 un Diálogo Regulador para los Mercados Financieros que hasta ahora ha ayudado a que, por ejemplo, EE UU sea más flexible con las empresas no estadounidenses que quieran dejar de cotizar en sus mercados.
Entre algunas de las cuestiones abiertas por este Diálogo, los reguladores están trabajando para ampliar la cooperación en materia de vigilancia de auditorías, un asunto complicado con la adopción de la ley de buen gobierno Sarbanes Oxley en EE UU. 'El objetivo es llegar a la total confianza en los sistemas de ambas zonas en 2009'.
El Acuerdo de Integración transatlántico, ratificado por Washington y Bruselas, contempla, además la promoción de otras acciones para mejorar las inversiones de empresas a ambos lados del océano y armonizar regulaciones en dos capítulos importantes.
Uno se refiere a la protección de la propiedad intelectual, con la idea de unificar los distintos sistemas de patentes y luchar contra la piratería. Por otro lado, se mira a sectores específicos como la seguridad en los automóviles, el ahorro de combustibles, los productos farmacéuticos y aparatos médicos, el equipamiento electrónico y los métodos de análisis de cosméticos
Según Barroso, con estas medidas se intenta 'desarrollar el potencial ya existente de las relaciones entre EE UU y la UE'.
Durante la presentación del acuerdo en la Casa Blanca, los tres líderes quisieron dejar claro que esta mayor cooperación no significa que se tire la toalla en lograr avances en la ronda multilateral de liberalización de Doha. No obstante, en este punto crucial no se pudo ofrecer ningún avance cuando el tiempo apremia ya que el permiso dado por el Congreso a Bush para negociar caduca en junio.
Las dos potencias reconocen la obviedad muchas veces expresada de que lo importante es llegar a un acuerdo. Lo reiteraron el mismo día en el que el mediador agrícola de la OMC, el neozelandés Crawford Falconer, emitía un duro informe en el que criticaba la insistencia de EE UU de que exigir un aumento en los subsidios que cobran sus agricultores. Falconer dice que Washington tiene que ofrecer al menos un 14% de recortes en sus subsidios y la UE mejorar su oferta de recortes de tarifas a productos agrícolas.
Bush admitió el lunes que lo que queda por delante, en materia de negociaciones, es muy duro aunque reiteró su deseo de cerrar un buen acuerdo. Admitiendo que también quedan cosas por hacer de su lado, fuentes de la administración comunitaria han señalado que hasta ahora las buenas palabras de la Casa Blanca no se han traducido en acciones y propuestas por parte de la representante de comercio estadounidense, Susan Schwab. Barroso reconoce que una conclusión con éxito de la ronda de Doha podría generar más de 200.000 millones de dólares en ganancias económicas, 'y más de la mitad de ello iría a los países en desarrollo'.
Medio ambiente
La canciller también hizo uso de la mano izquierda en otra cuestión en la que las dos potencias se dan la espalda: Paul Wolfowitz.
Alemania ya ha hecho público que quiere que el presidente del Banco Mundial deje su puesto tras el escándalo desatado por la mejoras laborales que procuró a su novia para acabar con un presunto conflicto de intereses. Merkel asegura que no se habló de la cuestión en la cumbre y fuentes de la UE dicen que no se hizo porque sabían que encontrarían a un Bush enrocado en la defensa del ex segundo del Pentágono. Así fue.
Wolfowitz testificó el lunes ante el comité del Banco que examina su caso y dejó abierta la posibilidad de retirarse si no se aceptaba su culpabilidad. Europa, el mayor donante de fondos de ayuda del Banco, quiere que Wolfowitz se vaya. 'Debe ser un proceso transparente'. Fue todo lo que dijo Merkel antes de tomar el avión de vuelta a casa. Tras la cumbre corre la sensación de que el Atlántico sigue siendo grande a pesar del intento de recortarlo por ambas partes.